Adrianne Rich soñó con una comunidad de diálogo para las mujeres anónimas que habitan en los depósitos de la historia. En el interior de una falda de tierra y de tela, las heridas, la piel agrietada, existen voces que el viento arrancó: gritos de violencia, susurros de amor, articulaciones de lo posible. Rich sintió el impulso de conectar, su íntimo llamado, la verdadera naturaleza de la poesía en la blancura de la pared, tras poemas, libros y fotografías, un cálido animal que huya por los campos de nieve sin dejar huella.
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