Galería
Desde el margen
Santiago Montoya Ordóñez y David Pinto
1
El fuego que abre la tierra
es la llama sin rostro
el incendio es blanco
la suerte parece arreglada
un relámpago acecha
el pensamiento
desde el margen
se escucha mejor
este momento
2
En la cima de esta línea
los ojos de la madre
los restos humeantes del padre
un trazo en las cenizas
las paredes se abren
el cuadro se mueve
Nada permanece en su sitio
3
Le faltan pájaros al cielo
le falta verdad a tus palabras
hay tantos sentidos en tus gestos
es difícil creer que este día
cambiará nuestras vidas
es difícil pero no imposible
es un país de niños
y los niños creen cualquier cosa
4
La afirmación de un mundo, por lo general, tiende a la aniquilación de sus posibilidades. En el giro de los dados, todas las decisiones ya han sido tomadas con refinado cálculo. Se sabe lo que se gana y lo que se pierde. Todos son jugadores.
5
Alguna vez se encontrarán nuestras manos
alguna vez aprenderemos a decir todo lo
que el frío ha escrito en el aire que nos separa
esta calle olvidará la forma de los cuerpos
que la han habitado y la calle también
hundirá sus ojos amarillos en el barro
alguna vez volveremos a pensar en las
imágenes que fuimos en los ojos de
alguien más y sabremos que nada fue real
Poemas de Santiago Montoya Ordóñez
I
La vida se despierta ávida —sigo impotente—, sobre el suelo, con un sabor que no me pertenece, bajo las cenizas, al borde de un río que oculta el contorno de una humareda abrazadora.
II
Es tiempo de abandonar las cenizas
en mis ojos se impregna el espejismo de otro escape
aprieto las manos
mis bolsillos pesan
—debemos rescatar lo que queda de nosotros—
olvidar la multitud
y
considerar seguir
el impulso que precipita las partículas-recuerdo
al infinito.
III
Al fondo, un movimiento interno,
los muros y las paredes reciben
los resultados,
los fracasos,
las insomnes vibraciones
de una estatua que se mantiene vacía.
Comienzo a dejar de ver
la fuga lastimada de un posible regreso.
Al fondo, el humo.
—Erige el muro de un paisaje—
—Erige el corazón de una nube—.
IV
Detengan los camiones, cisternas
llenas de cuerpos
—siguen la corriente—.
Muchedumbre y pantanos, un solo
grito de coraje.
Vagón que se arrastra a la deriva,
abatido
por gemidos
subterráneos.
Poemas de David Pinto