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 Silencio y violencia en el espacio urbano

Ensayo

Silencio y violencia en el espacio urbano

Alexis Cuzme

Número revista:

8

Tema dossier

«Estar (¿ser?) ante un cadáver tiene siempre una dimensión sagrada, la ruptura de una intimidad, y, al mismo tiempo, una cercanía sospechosamente aterradora» (Donoso Pareja, 2004, p. 112). Así empieza el cuento “Chico Silencio”, extraído del libro Lo mismo que el olvido (1986) de Miguel Donoso Pareja (1931-2015). El cuento relata un hecho violento dentro de una urbe, la que, según las señas, sería Guayaquil.


El texto construye el retrato de una ciudad siempre activa, hasta en su violencia; es decir, en los actos donde víctima y victimario tienen una relación constante. Ahí, en un punto determinado de la urbe, el hecho:


Chico Silencio en el suelo del establecimiento miserable donde fue abatido. Se le ve, de costado, el rostro, un rostro que será hasta nunca el de ese diario, esa página de la crónica roja que da cuenta del “ajusticiamiento” de un delincuente, un Pedro Navajas de estos lados con sólo la compañía de un cuchillo. (Donoso Pareja, 2004, p.112)


El párrafo concentra la información clave para reconstruir la escena. Asimismo, revela elementos dentro de un discurso de la violencia, donde un delincuente a quien el narrador llama Chico Silencio ha sido asesinado. El nombre del personaje está dado porque se trata de un cuerpo que nunca más pronunciará palabras, porque ese cuerpo sobre un espacio “miserable” da cuenta de un lugar no apto para todo público; y porque ese cuerpo pronto será noticia dentro de las páginas de un diario sensacionalista.


La comparación con la historia de Pedro Navaja, aquella salsa mítica de Rubén Blades, intenta ser una analogía entre el malogrado ladrón que recorre calles oscuras y solitarias, y un desconocido Chico Silencio que, al igual que Navaja, termina muerto en su ley. Ambos cuerpos terminan derrotados en la calle, el espacio de la urbe donde todo inicia y finaliza; ese espacio en el que los delincuentes siempre cesan sus actividades.


Y es que el narrador cuenta de este Chico Silencio que:


[...] su cuerpo largo, flaco, sus ojos oscuros y afiebrados, y no se sabe entonces dónde comienza uno a inventarlo, cuándo lo vio silencioso, sin articular palabra en el “Échate al agua”, o el “Sal si puedes”, allá donde los negritos, rodeados de los juanitos alimaña meneando las caderas con la Extra en el bolsillo, a sabiendas de que ahí va el puñal, pero a lo mejor ni eso, porque Chico Silencio rara vez decía algo y su mirada era dulce, más bien triste, hundida en una soledad insondable, igual que la del cadáver [...]. (Donoso Pareja, 2004, pp.112-113)


Dos connotaciones se hacen en este fragmento del cuento: primero, los lugares frecuentados por la víctima: “Échate al agua” y “Sal si puedes” (¿bares, prostíbulos?); segundo, la descripción de que los delincuentes llevan siempre un cuchillo envuelto en periódico —el que sea el diario Extra el elegido como envoltura habla de la relación de este medio de comunicación con las historias violentas que constan en sus páginas—. Porque «[...] los medios de comunicación enfatizan la visión criminal» (Pontón, 2007, p.74) y el diario Extra ha empoderado a los hechos sangrientos como una materia prima inagotable, retratando a Guayaquil desde sus vísceras más espectaculares.


Chico Silencio, en verdad, era silencioso, rara vez decía algo. En su rol de delincuente observa y planifica, concentrado en sus posibles víctimas; no habla, actúa.


*


En el prólogo del ensayo La violencia en el Ecuador y una respuesta identitaria (1973) , Donoso Pareja afirma que «La discriminación que existe es económica, más que racial, en la costa» (2014, p. 644). A partir de esta reflexión aparece un conector con el cuento: Chico Silencio, tal y como se lo describe, proviene de algún espacio marginal dentro de la ciudad. Se lo relaciona con lugares de baja calaña donde comparte con sus similares: la gente pobre —aunque resulte, por demás, clasista— que como él han decidido sobrevivir aprovechándose de los otros.


A este elemento discriminatorio se suma la descripción de los tatuajes que exhibe Chico Silencio sobre la mesa del laboratorio forense, donde yace su cadáver para la autopsia —luego de haber sido recogido de la calle—. Nombres de mujeres, en distintas partes de su cuerpo: Etelvina (mitad de un muslo), Rosita (bíceps derecho), Carmen (hombro izquierdo), María Luisa (pantorrilla), Yolanda (cuello) y G., a quien la voz narrativa asume se trata de Gudrum. Todas ellas conforman «una especie de cementerio de mujeres olvidadas o soñadas» (Donoso Pareja, 2004, p. 113), dice el narrador.


Se conoce, entonces, que Chico Silencio utilizaba su cuerpo para recordar el amor-odio por esos los nombres, por eso la abreviatura de G. Así, se entiende que:


Chico Silencio comprende entonces que el único nombre que se ha tatuado es su propio nombre, su ausencia, su desamparo, la señal inequívoca de ese cadáver que no deja de resplandecer sobre la losa helada de la morgue, y uno se mira el cuerpo, las señales de todas las mujeres olvidadas, los abrazos sucesivos, la desolación de los sueños, del deseo desaparecido en el estertor único. (Donoso Pareja, 2004, p. 114)


Esto, aunque: «La muerte es una compañía permanente e indispensable de la vida. Nacemos para morir, vivimos junto a la muerte y, por lo tanto, en gran medida somos muertos en el sentido de que vamos acompañados de ella» (Sosa, 2012, p. 79). Lo argumentado por Donoso Pareja encaja en la historia de este cuento, donde la muerte aparece junto a un cadáver y, luego, el mismo cadáver siendo explorado para saber cómo murió. En ambos momentos, la muerte está presente.


No obstante, el cuento logra otra perspectiva subjetiva cuando el narrador, al mirarse frente a un espejo, se reconoce como si él fuera Chico Silencio. Él, el muerto, el ausente, se ha desdoblado para contemplarse y olvidarse para ser, desde la fugacidad de una nota de prensa, un recuerdo pasajero o, peor aún, apenas un murmullo que otro cuerpo abatido en la urbe reemplazará.



Referencias


Donoso Pareja, M. (2004). El otro lado del espejo. Campaña de lectura Eugenio Espejo.

Donoso Pareja, M. (2014). Obras completas (ensayos). Mar Abierto.

Pontón, J. (2008). Crónica roja en los medios de comunicación ecuatorianos: ¿un problema de seguridad ciudadana? Urvio, revista latinoamericana de seguridad ciudadana, 5, 69-81.

Sosa, D. (2012). El encanto del adiós (la vida literaria de Miguel Donoso Pareja). Mar Abierto.

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