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El motivo del nostos en Molloy

Ensayo

El motivo del nostos en Molloy

Martín Erazo

Número revista:

1

A los 22 años, un joven Samuel Beckett viaja por primera vez a París y conoce al escritor James Joyce, con quien entabla una profunda amistad al compartir intereses y aspiraciones similares en el campo literario. Con el tiempo, Beckett se volvió una figura decisiva en torno a la literatura del mismo Joyce, su labor como asistente del autor de Finnegans Wake y Ulises despertó en él un afán por la literatura experimental, especialmente, luego de leer esta última novela, la cual sería descrita por Beckett como una “ouvre héroïque”. La relación entre los autores, sin embargo, va mucho más allá del ámbito de la amistad; la conexión que es evidente en la obra de Joyce con los motivos clásicos, se encuentra presente, además, en la obra Molloy de Beckett, aunque no siendo tan explícita en sus referentes.


Tal como Joyce toma prestada la figura de Ulises, teniendo como hipotexto a la Odisea de Homero, Beckett hace algo similar al recuperar el motivo clásico del viaje visto como retorno al origen. Tanto Molloy como Jacques Moran representan dos caras distintas de una misma moneda, ambos comparten una travesía larga y repleta de imprevistos que rayan en lo absurdo, aunque lo hacen desde motivaciones muy distintas. La novela de Molloy puede de alguna manera inscribirse dentro de la hodopórica, puesto que existe un motivo principal en la obra, el cual gira en torno, no solo a la memoria descrita a través de un monólogo interno o flujo de consciencia, sino también a un “transitar por el camino”, tanto en un sentido real como alegórico; el viaje de Moran y Molloy son metáforas de la vacuidad del sentido trascendente de la existencia. No obstante, el concepto del nostos se deforma en cuanto al sentido clásico que tiene en el trayecto de Odiseo, puesto que el regreso a casa del héroe épico afirma una constancia de la identidad del personaje en cuanto a su arraigo permanente en la memoria. Por otro lado, el personaje de Molloy nos describe su retorno a través de una narración sumamente desprolija en cuanto a la memoria se refiere; constantemente Molloy divaga por los restos desechos de la memoria, olvida los nombres de las personas y parece nunca saber dónde se encuentra con exactitud. Además, en determinado momento, tanto Molloy como Moran pierden de vista el objetivo que desde un principio motivó sus respectivos trayectos, por  consiguiente, su “nostos” se extravía por completo en el sinsentido, pues carece de una Penélope esperando del otro lado; el viaje del héroe que atraviesa impensables obstáculos con un fin trascendente se enfrenta con una visión más acorde a la del mundo de Beckett, donde los fines se diluyen en un entorno donde predomina lo absurdo.

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