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El silencio en Edgar Allan Poe los ecos de la muerte

Ensayo

El silencio en Edgar Allan Poe: los ecos de la muerte

Aitana Samaniego

Número revista:

3

Tema dossier

“Las crestas montañas duermen; los valles, los riscos y las grutas están en silencio”

Alcman


La correlación entre silencio y muerte en la narrativa de Edgar Allan Poe se vincula con las nociones del “ser” y “no ser”. En sus relatos, Poe insinúa que la presencia de la muerte se encuentra escoltada por un decrecimiento en el orden del lenguaje verbal que, anticipado por el eco, sucumbe ante un silencio absoluto. Es decir, la ausencia de sonido se asocia a la ineludible presencia de un ente mortal. El silencio, en repetidas ocasiones, presentado como símbolo de paz y reflexión, se manifiesta en la obra del autor a través de feroces y transfiguradas formas que denotan el terror y la angustia de los personajes. Los cuentos “Silencio”, “Sombra” y “Berenice” permiten, de diferentes maneras, ejemplificar lo antes referido.


Silencio


“Escúchame –dijo el Demonio, apoyando la mano en mi cabeza–. La región de que hablo es una lúgubre región en Libia, a orillas del río Zaire. Y allá no hay ni calma ni silencio”. (Poe, 1970, p. 204).


El relato gira en torno a la historia contada por un demonio a un hombre. De este hecho, parte el autor para confrontar, a medida que el relato avanza, a dos entidades intangibles: la desolación y el silencio. El demonio describe al hombre que se encuentra vestido con una toga y que yace pensativo encima una roca, en cuya superficie se lee grabada la palabra: “desolación''. A su alrededor los sonidos perturban el ambiente, pero él sigue sumido en sus reflexiones. Esta actitud enoja al demonio, quien procede a invocar al silencio. Sin embargo, cuando enmudece el entorno, sorpresivamente el hombre abandona su posición inicial y empieza a correr despavorido.


Ahora bien, la tensión provocada por la ausencia de sonido desencadena una reacción proveniente del temor y la perturbación. En este sentido, tanto el silencio como la reacción intempestiva pueden ser referidas a la presencia y al accionar de la muerte en el cuento. El hombre se siente a gusto viviendo en medio de una constante turbulencia de ruidos, debido a que la desolación simboliza la vida. En cambio, cuando todo empieza a sumirse en el silencio, agobian al personaje la preocupación, el miedo y la intriga. Al extraer de la suerte de hipnosis que aprisiona al hombre, el silencio permite que se percate de la cercanía que el ser mantiene con la nada.


El relato se desarrolla mediante el oxímoron: “el sonido del silencio”; es decir, la nada que lo devora todo. Esta situación paradójica se relaciona con diferentes estados de la existencia, como se señala en el párrafo anterior. En este relato, el significado de callar se vincula con una especie de ruido ontológico. Es así que el silencio paradójicamente habla y aquello que comunica apunta en dirección de la no-existencia.


Sombra


“Vosotros los que leéis aún estáis entre los vivos; pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras". (Poe, 1970, p. 147).


El silencio como espectro amorfo, la oscuridad y la noción de la muerte, también, se conjugan en este relato. El cuento es narrado por Oinos quien, junto a otros sietes hombres, logra huir de la peste que azotaba sus tierras. Luego, deciden celebrar desde la intimidad de un palacio su triunfo contra la muerte. Este escenario aparentemente lógico se encuentra marcado por la figura de Zoilo, uno de los compañeros de Oinos, quien yace muerto en medio de los presentes. De un momento a otro, una sombra sin forma aparece ante los hombres y se presenta como el espíritu de todas las víctimas de la peste, causando temor entre todos los presentes.


En este cuento se presenta un nuevo elemento que, al igual que el demonio en “Silencio”, servirá de puente entre el silencio y la muerte. La sombra, al final de la historia, cumple una función similar a la del eco; tanto la una como el otro producen un efecto hipnótico en el preciso momento de precipitarse en un mutismo fatal.


La deforme figura informa sobre su llegada y, al mismo tiempo, explica su cercana relación con la parca: “Yo soy SOMBRA, y mi morada está al lado de las catacumbas de Ptolemáis, y cerca de las oscuras planicies de Clíseo, que bordean el impuro canal de Caronte” (Poe, 1970, p. 148). La Sombra, entonces, se encuentra estrechamente vinculada con la muerte y pone de relieve, de manera simultánea, la impotencia que experimentan los individuos que se encuentran frente a esta.  Este sentimiento colectivo de impotencia consiste en que los vivos se hallan ante la imposibilidad de hablar, mientras que el conjunto de espíritus perora desde la sombra.


Los ocho hombres tratan de llenar el ambiente con cantos. No obstante, dicha tentativa para conservar el sonido se convierte en un intento fallido. Así, poco a poco, las voces se van debilitando y de ellas solo queda un vago eco. El canto deslucido se presenta como la extinción del “ser”. El cadáver de Zoilo se establece como un vaticinio por medio del cual se refleja el destino de los hombres de la habitación.


"Pero su rostro, convulsionado por la plaga, y sus ojos, donde la muerte sólo había apagado a medias el fuego de la pestilencia, parecían interesarse en nuestra alegría, como quizá los muertos se interesan en la alegría de los que van a morir". (Poe, 1970, p.147).


Al igual que en el cuento anterior, observamos el desarrollo de una sugestión fónica que deja a un lado la sonoridad y se sume por completo en el enmudecimiento. Podemos considerar el inicio de este relato como el cumplimento de la ventura en Oinos, cuando este menciona que aquellos que leen forman parte del mundo de los vivos, mientras él escribe desde las sombras. En este contexto, las palabras que Oinos escribe constituyen una bifurcación dramática del eco. La carencia del lenguaje verbal se instaura en el personaje a raíz de su encuentro con la sombra. Por lo tanto, sus palabras no pueden ser escuchadas sino leídas.


“Sombra” es un relato que toma como centro del silencio a una figura amorfa ligada con la muerte. Es decir, la sombra del relato es, justamente, una manifestación que enmudece, la boca de los espíritus, el callar de la vida.


Berenice


“Y entonces…, entonces todo es misterio y terror, y una historia que no se debe contar”. (Poe, 1970, p.158).


Berenice se constituye como una narración llena de silencios que subyacen entre líneas y conducen al horror, a sucumbir ante la omisión. La historia es relatada por Egaeus, hombre estudioso dueño de un castillo donde el secreto se planta en las paredes. El narrador cuenta su historia y la de su prima Berenice y cómo dos grandes enfermedades devastaron la existencia de los dos. Berenice sufría de extraños espasmos parecidos a ataques epilépticos que la dejaban en un estado parecido a la muerte. Mientras Egaeus desarrolló un padecimiento relacionado con la atención obsesiva a los objetos. El cuento da un giro cuando Berenice “muere” y Eugeus cumple su más grande obsesión: sacarle los dientes.


En cuanto a los silencios empleados en la narración, encontramos que se instauran en las omisiones que el narrador dispone a lo largo del relato.  De esta manera, la comunicación con el lector se vuelve problemática, pues gira en torno al secreto, el cual se establece en el espacio de la biblioteca. “Los recuerdos de mis primeros años se relacionan con esta mansión y con sus libros, de los que ya no volveré a hablar. Allí murió mi madre. Allí nací yo” (Poe, 1970, p. 157).


Este escenario se complementa con dos elementos importantes: la figura de Berenice y las manías de Egaeus. Mientras la primera se mantiene apagada en el relato, como una sombra que apenas cohabita con el protagonista, Egeaus se posiciona como un personaje sumido en sus ensoñaciones y soledad. De los dos personajes no se conoce mucho más que sus problemas de salud y, aún cuando se los describe, el silencio está presente.


“Ella no dijo una palabra, y yo por nada del mundo hubiera podido pronunciar una sílaba” (Poe, 1970, p. 160). En la lectura la incógnita que anida en los acontecimientos principales tiene como eje central a Berenice. Como se mencionó, la mujer apenas se manifiesta como un ente, un ser que debido a las crueles situaciones que envuelven su vida aparece propiamente pocas veces en el relato. No obstante, cuando se presenta en la biblioteca logra materializarse y deja de ser una sombra. Su extraña contextura, el color pálido de su tez y su reluciente dentadura son como elementos sacados de un espectro. Sin embargo, es su silencio sepulcral la característica que más destaca.


“Yo había hecho algo. Pero, ¿qué era? Me hice la pregunta en voz alta y los susurrantes ecos de la habitación me contestaron: ¿Qué era?” (Poe, 1970, p. 161). Eageus, por otro lado, se muestra en el cuento como el actor de los terribles hechos. Un hombre callado y lleno de una curiosidad que se mezcla con el deseo de obtener los blancos dientes de su prima. Este narrador protagonista lleva al lector a conocer aspectos muy vagos de su vida y deja para el final del relato una verdad que es apagada por los ecos de su falta de memoria.


El silencio se manifiesta de distintas maneras: la supresión de información importante, la figura descarnada de la mujer y el coercitivo comportamiento del personaje principal. Esta incomunicación guarda correspondencia con una muerte que no es solamente física, sino que llega a relacionarse con la pérdida de la identidad y la memoria. Poe, al igual que en los otros dos relatos, configura una poética del silencio en “Berenice”, que mantiene una relación constante entre las nociones del “ser” y “no-ser”.


En los tres relatos referidos, Edgar Allan Poe aborda el tema del silencio como una manifestación ligada a un estado de vacío absoluto, establecida por el contacto con un ente mortal. Dicho contacto puede darse de manera directa o indirecta, como es el caso de la sombra presente en el segundo y tercer relato o los ecos presentes en las tres narraciones. El autor otorga, entonces, un papel protagónico al silencio, no solo como un distintivo de la muerte, sino también como preámbulo del agobio.

Referencias
Poe, E.A. (1970). Cuentos. Alianza Editorial.
Muñoz, A. (2016). Poe entre las sombras: una poética del silencio.

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