Ensayo
La memoria en Molloy
Dayana Villacrés
Número revista:
Samuel Beckett construye en la primera parte de Molloy (1951) memorias imposibles, en donde el propio narrador no está seguro de lo que dice: “Aunque me parece que ya era así cuando tenía los dos ojos sanos, pero tal vez no, porque este periodo de mi vida está lejano y guardo de él un recuerdo muy imperfecto” (Beckett, 1951, p. 62). De esta manera, Molloy nos hace partícipes de sus memorias conjeturales, las cuales nos sugieren, una vez más, que la reminiscencia y el olvido son dos caras de una misma moneda.
Es posible que la escritura vaya de la mano con el declive de la memoria pues, si ya queda impreso en un soporte material, el cerebro tiene la oportunidad de liberar información almacenada sin que esta se pierda del todo. Este parece ser un método efectivo para la lista de compras o el registro de compromisos en una agenda; sin embargo, el informe que compone Molloy tiene la particularidad de ser escrito desde el olvido; es decir, las memorias que pretenden quedar plasmadas ya son frágiles y se construyen mediante conjeturas. De esta forma, Molloy da un registro de algo de lo que no está seguro como, por ejemplo, cuando no sabe exactamente dónde vive su madre: “Sí, pensándolo bien, tal vez me había precipitado al decir que mi madre vivía cerca de los mataderos, porque también podía ser que viviera cerca del mercado de animales” (ibídem, p. 25).
De todas maneras, la memoria es el medio por el cual se busca la circularidad en la narración. Es mediante esta que podremos regresar al final, en donde el acto de la reminiscencia tiene origen. Así, a pesar de las falencias en los recuerdos del personaje, este se empeña en usarlos para justificar su punto de llegada. Puede ser entonces que la narración se escriba a partir del olvido presentado en una suerte de diario en el que los hechos quedan en segundo plano y lo que en realidad importa es la fantasía, la reelaboración del pasado y hasta el sinsentido. Esto lo podemos notar cuando se dice: “Hablo en presente por lo fácil que resulta hablar en presente cuando se trata del pasado. No le prestéis mucha atención, se trata de un presente mitológico” (ibídem, p. 30). Por lo tanto, el verdadero tiempo de las memorias es el presente, el cual modifica al pasado y produce con este, un nuevo discurso en donde lo mítico reemplaza a la realidad.
En conclusión, las memorias de Molloy tienden a lo imposible, pues muchas veces el olvido prima sobre los recuerdos. La memoria es una excusa para generar circularidad en la narración y así regresar al punto de origen que coincide con el de destino. Sin embargo, dicho pasado se reelabora desde el presente, deviniendo entonces en un presente mitológico donde la memoria fue replanteada y reconstruida en favor de la fantasía y del sinsentido.
Bibliografía
Beckett, S. (1951). Molloy [pdf]. Francia.