Ensayo
Saliva/sílaba de una lengua rota/rompida.
Sobre ciertos versos de Mario Montalbetti
César Eduardo Carrión
Número revista:
Tema dossier "Poema"
1. El poema fluye como una exégesis materialista
“El desierto es mi pastor todo me falta” es uno de los versos más citados/transitados de Mario Montalbetti. Quizá pretenda ser un equivalente perverso/pervertido del salmo veintitrés de la Biblia, atribuido al legendario rey/poeta David, titular de una estirpe mítica que culmina con el nacimiento de un profeta/mesías. Este poeta/peruano escribe un anti-salmo y con él tal vez inaugura/ratifica cierta poética/táctica: por una parte, el poema puede convertirse en una clase magistral de filología (historia/s de la/s Palabra/palabras) si encuentra lectores/as con necesidad/capacidad de adquirir determinado “conocimiento de causa”; por otra parte, el poema puede transformarse en génesis de cierta filología (amor a la/s Palabra/palabras) si logra convocar a que los lectores se comprometan con esta “causa perdida”: El poema origina la militancia/El poema procura la disidencia/El poema convierte al poeta en anti-profeta. ¿Es el poema la única “causa justa”?
2. El poema puede constituir una paremiología imaginaria
Sobre la expresión “llevar un peso en el corazón” es un poema de Mario Montalbetti que tal vez parodie tres estrategias discursivas aparentemente ajenas a los textos poéticos: la prescriptiva de las entradas de los diccionarios y enciclopedias, la didáctica de los manuales pedagógicos y la deriva de las descripciones paremiológicas. Si bien la expresión “llevar un peso en el corazón” no es un refrán en el mundo de las explicaciones escolares/escolásticas, en el mundo imaginario del anti-profeta, “Eso que llaman ‘llevar un peso en el corazón’ / no es sino una bolsa húmeda de aceitunas negras / a punto de perforarse”. El peso no se lleva en el corazón. El corazón es el peso que el poema aliviana. Aquella metáfora es un refrán de un mundo posible. Dice Mario al final de su poema: “Vamos, hermanos, a morir de frío, vamos”. En el mundo de los refranes imaginarios, todos los hablantes de la lengua rota/rompida hablamos como César Vallejo, con Intensidad y altura: “vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva”.
3. El poema brinda materia para una lingüística conjetural
El verso de Montalbetti que dice “compañeros de generación nuestros versos podrían estar escritos en una lengua más conjetural están demasiado cargados de castellano de unidad como si fuéramos uno no somos uno está muerto” quizá desnuda la truculencia del concepto “lengua madre”. La lengua en que nacemos es la primera imposición, la primera dictadura, la primera evidencia de que el libre albedrío es una falacia/kakistocracia. No somos hijos de una lengua (idioma madrastra), somos catalnicas sometidas a un solo patrón de gorjeos: “pero en cualquier caso nos sometemos y no veo por qué debemos hacerlo”. El poema es una anti-lengua madre: “Enseñarle castellano a un perro / es la verdadera enseñanza”. Y “¿Acaso el castellano / es cuestión de inteligencia? Tal vez / sería mejor aprender a ladrar entonces”. Y “la unidad del idioma no tiene la menor importancia compañeros”. Mejor hablemos en poema. Mejor, ladremos. Mejor escribamos poemas como lo harían los perros.
4. El poema silabea saliva sin matria/patria ni nación/estado
Ocho cuartetas en contra del caballo de paso peruano [14 versos] es un poema de Mario Montalbetti que posiblemente parodie el orgullo nacional/nacionalista identificado con la cría de la raza emblemática de equinos de aquel país andino. Si bien no habla explícitamente del paso peruano, lo replica/imita en el ritmo y alternancia de la extensión de los versos y en su sonoridad acentuada. El caballo pica, repica y su danza dibuja una parábola plástica: la línea “arrojo una palabra la palabra se aleja de mí describe una parábola” se repite en cuatro ocasiones, y la frase “describe una parábola” funciona como un mantra/estribillo. Montalbetti sentencia: “la palabra le cae al caballo lo parte en dos tres el caballo colapsa se parte en dos tres lo extermina”. El poema pretende instituir un universo absoluto, un mundo autotélico y autosuficiente. Más que una autocracia, el poema es un llamado a cierto tipo de anarquía. Es el territorio de un acontecimiento que no requiere banderas, adalides ni gobiernos.
5. El poema es como la Piedra Negra de la Meca
“¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?” se pregunta Mario Montalbetti en su poema Introducción a la metafísica. Posiblemente, el objetivo de esta pregunta no sea el encuentro de cierta trascendencia que nos puede brindar el hallazgo de una respuesta más o menos satisfactoria, para un número más o menos mayoritario/numeroso de personas. Al final de su poema, Montabetti determina: “…Ningún / peruano sabe la respuesta. Pero la pregunta nos permite / comer, hablar, y tener algo que contarles a nuestros hijos”. Las preguntas son pretextos para contar historias, para cantar poemas. La respuesta no es importante/imponente, lo es el devenir del preguntarse, lo es el inminente fracaso del responderse. Poema: artefacto artístico, susceptible de apropiación estética. Poema: objeto estético, susceptible de interpretación disciplinaria. Poema: deseo de preguntar sin la necesidad de hallar respuesta. Poema: pulsión del habla, saliva de la lengua rota/rompida.
6. El poema es una aporía/profecía auto cumplida/frustrada
“Escribo a mano con un lápiz Mongol No. 2 mal afilado / apoyando hojas de papel sobre mis rodillas. // Ésa es mi poética: escribir con lápiz es mi poética”, dice Mario Montalbetti en su poema titulado Como Walcott. Montalbetti, el hablante/narrador que inventa Montalbetti (todos los poemas son invenciones/confesiones), insinúa que escribe como Walcott. ¡Quién pudiera escribir como Derek Walcott, y vivir en una isla del Caribe, y evitar escribir la mitología de la diáspora africana y el exterminio de los pueblos originarios de América, y evitar hacer de la tragedia del genocidio un asunto épico, y ganar el premio Nobel de Literatura, y escribir con un lápiz Mongol No. 2 mal afilado esos poemas de épicos y largos fraseos! Todos los versos aquí citados funcionan como aporías: se comportan como profecías/promesas que se cumplen porque fracasan. Escribo este juguete lírico/ensayístico en una computadora portátil de color rojo y número de serie desconocido que está mal, muy mal afilado.