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Narrativa

La silla vacía

Luis Humberto Crosthwaite

Número revista:

9

I


aaa: ¿Qué ves ahí?

zzz: Nada.

aaa: ¿Qué ves?

zzz: Te digo que nada.

aaa: Haz un esfuerzo.

zzz: No veo nada.

aaa: ¿Ya vas a empezar?

zzz: ¿Con qué?

aaa: Con el rechazo.

zzz: No.

aaa: Con la negación.

zzz: N...

aaa: ...

zzz: Es que no puedo. Ahora no puedo.

aaa: ¿Qué ves ahí?

zzz: Nada.

aaa: ¿Qué ves?

zzz: Una silla, veo una silla.

aaa: No te estás esforzando. Cierra los ojos.

zzz: Para qué.

aaa: Así se te ha hecho más fácil en otras ocasiones.

zzz: Pero ahora no puedo.

aaa: ¿Qué ves?

zzz: Una silla, ya te dije, una silla vacía.

aaa: No estás avanzando.

zzz: Tienes razón. A veces siento que no estamos avanzando.

aaa: No estoy avanzando.

zzz: No estás avanzando.

aaa: Juegas.

zzz: No.

aaa: Entonces, ¿qué ves ahí?

zzz: ...

aaa: Te espero.

zzz: ...

aaa: ...

zzz: ...

aaa: ¿De qué estábamos hablando?

zzz: De lo mismo, de mí.

aaa: Bien. Me estabas diciendo que...

zzz: ...que la vida me presiona, que siento una barrera, una Frontera que me delimita.

aaa: Bien. Háblame de esa Frontera.

zzz: Te dije que es imaginaria, que no puedo hablar de ella.

aaa: ¿No puedes hablar de lo imaginario?

zzz: ...

aaa: Háblame de ella.

zzz: ¿Ella? Parece que estamos hablando de una mujer.

aaa: Vida, barrera, Frontera. Usas sustantivos femeninos. ¿Te sientes presionado por una mujer?

zzz: No.

aaa: Por lo tanto no estamos hablando de una mujer, ¿verdad? Te decía: describe esa barrera, háblame de la Frontera.

zzz: Sería más fácil si fuera una mujer. Te podría hablar del color de sus uñas, de sus aretes, sus pulseras, sus anillos. La manera en que se viste: falda, pantalón. Sus zapatos.

aaa: Objetos.

zzz: ¿Qué?

aaa: Mencionaste objetos. Háblame de ella, de la Frontera. Descríbela por dentro. Imagínala.

zzz: No puedo. No tiene...

aaa: ...

zzz: No se puede hablar de ella. No.

aaa: ¿Qué ves ahí?

zzz: ...

aaa: En esa silla, delante de ti. Imagina la Frontera. Quiero que la veas, que la sientas, que le hables. ¿Puedes verla?

zzz: No tanto como verla; pero creo que sí puedo hablar de ella.

aaa: No me lo digas a mí.

zzz: Eh... No sé qué decirle.

aaa: A ella.

zzz: No sé qué decirte.

aaa: Sigue.

zzz: Siento que me presionas.

aaa: ¿Cuánto tiempo tienes de conocerla?

zzz: Mucho. Muchísimo.

aaa: No me lo digas a mí.



II


zzz: Ya lo sabes. Te conozco desde hace años, desde la infancia. Tengo una memoria vaga de nosotros jugando en el jardín de mi casa. Yo era un niño solitario. Tú eras una Frontera solitaria. En ese tiempo eras mi Frontera favorita, no conocía a otra. Le hablaba a mi mamá de ti y ella pensaba que eran fantasías de niños. No se dio cuenta de cuando dejé de mencionarte; aún estabas conmigo, en mi cabeza, en mi corazón. Eras una demarcación, pero deseabas ser como yo. Fuimos adolescentes y tuvimos las mismas experiencias, los mismos descubrimientos. Entonces yo necesité libertad, requerí espacios más amplios para desenvolverme (siempre he necesitado libertad, autonomía). Ahí fue cuando sentí por primera vez tu autoridad. Y traté de rebelarme. En vano. Salí de la escuela, busqué trabajo, traté de hacer una vida normal. Procuré enamorarme de una mujer, una de las secretarias de la oficina donde trabajaba. ¿Me dejarías enamorarme, me permitirías besarla? Por supuesto que no. Eras una Frontera inflexible y por más que te insistiera no lograba que me soltaras, no podía ir más allá del perímetro que marcabas a mi alrededor. Pensé que eras mi amiga, pero querías de mí algo más que amistad. Me restringías. No me permitiste amar a esa mujer, ni a ninguna otra.



III


aaa: ¿Qué pasaría si la llamaras de otra forma?

zzz: ¿Cómo?

aaa: Llamarla “Frontera” o “barrera” lleva en sí un contexto específico; implica, desde la palabra misma, que es necesario franquearla. Ahora bien, si la llamaras de otra manera…

zzz: Una Frontera es una Frontera, es un límite, es un confín; no puedo llamarla Margarita o José Agustín. Tengo que llamar a las ideas por su nombre, ¿no me dijiste eso alguna vez?

aaa: Continúa.

zzz: ...

aaa: ...

zzz: ...

aaa: ¿Qué pasó?

zzz: Me cortaste la viada.

aaa: ¿Te la corté yo?

zzz: Pues sí, ahora nuevamente es una silla vacía. No veo otra cosa.

aaa: ¿No ves o no quieres ver?

zzz: Ya no se me ocurre qué decirle.

aaa: Bien.

zzz: ¿Bien qué?

aaa: El siguiente paso consiste en que te sientes en la silla vacía y ocupes el lugar de la Frontera.

zzz: ¿Qué quieres que haga?

aaa: Quiero que se inviertan los papeles, que seas la Frontera y respondas a las acusaciones que acabas de hacer.

zzz: ¿Acusaciones?

aaa: Las historias tienen más de una versión.

zzz: ¿Quieres que yo sea la Frontera?

aaa: Así es.

zzz: ¿Para qué?

aaa: Quiero que hables, Frontera, quiero que respondas a todo eso que te han estado diciendo. ¿Crees que es justo?

zzz: ¿Yo me siento en esa silla?

aaa: Sí.

zzz: ¿Yo contesto como la Frontera?

aaa: Sí.

zzz: ¿Cómo voy a hacer eso?, yo soy yo, yo no soy ella.

aaa: Inténtalo. Siéntate ahí.

zzz: Imposible.

aaa: ¿No te puedes sentar ahí?

zzz: Bueno, sentarme... eso sí puedo.

aaa: Hazlo.

zzz: ...

aaa: Nada te cuesta intentarlo.

zzz: ...

aaa: Bien, ahora responde a esto: ¿crees que es justo lo que se dijo de ti?

zzz: ...



IV


aaa: ¿Es justo?

fnt: No.

aaa: Me interesa tu punto de vista.

fnt: ¿Por qué?

aaa: Creo que tienes mucho que decir.

fnt: Puede ser. Pero, ¿qué me gano con decirlo?

aaa: ¿No tienes deseos de que alguien te escuche?

fnt: A mí nadie me escucha.

aaa: Ahora tienes la oportunidad de hablar.

fnt: ...

aaa: ¿Qué pasa?

fnt: Me parece sospechoso.

aaa: ¿Qué es sospechoso?

fnt: Nadie se ha interesado, mucho menos él.

aaa: A mí me interesa.

fnt: ¿Por qué?

aaa: Quiero ayudarte.

fnt: Y qué ganas con ello.

aaa: …

fnt: ...

aaa: ¿Tengo que ganar algo?

fnt: ...

aaa: ...

fnt: ...

aaa: La satisfacción de haberte ayudado.

fnt: Y supongo que también una compensación económica.

aaa: ...

fnt: ...

aaa: Recibo honorarios, si a eso te refieres.

fnt: Él te paga.

aaa: Sí.

fnt: Y si él te paga, ¿acaso no debo suponer que ese detalle podría enturbiar tu objetividad?

aaa: ¿Te preocupa eso?

fnt: ...

aaa: Mi trabajo depende de la objetividad, sin importar quién me pague.

fnt: ...

aaa: Dime, ¿son válidos sus reproches?

fnt: ...

aaa: Fue bastante duro contigo. ¿Estás de acuerdo con lo que dijo?

fnt: Exageró.

aaa: Explícame.

fnt: Simplificó.

aaa: ¿De qué manera?

fnt: No ha visto su participación.

aaa: ¿A qué te refieres con “participación”?

fnt: Me refiero a lo nuestro, nuestra relación, nuestra interdependencia. No hay Frontera si no existe la necesidad de cruzar. Existen los cercos para mantener afuera lo que no se desea adentro, cierto; pero esas barreras no tendrían razón de ser, un sentido, si alguien no intentara cruzarlas. O sea, el límite prevalece porque hay quien desea traspasarlo. Toda Frontera existe solo en la imaginación del que desea franquearla. Es un invento del que vive enfrentándose a ella. Un binomio perfecto.

aaa: Es una tesis interesante. ¿Puedes decirme un poco más?

fnt: Ya dije demasiado.

aaa: Tu argumento es ambiguo.

fnt: ¿Ambiguo o interesante?

aaa: Interesante y ambiguo.

fnt: ...

aaa: Los límites no siempre están en la imaginación. Algunos son bastante palpables y se establecen por distintas razones.

fnt: Es tu punto de vista, no voy a discutir.

aaa: Percibo que tratas de decir que todas las Fronteras están en la cabeza, producto de uno mismo.

fnt: Sí.

aaa: Eso es cierto en algunos casos; en otros, las Fronteras son reales.

fnt: ¿A qué te refieres con “reales”?

aaa: ...

fnt: ...

aaa: ...

fnt: ¿Reales cómo? Él habla así a veces, como tú, incomprensible.

aaa: ¿Qué te dice que te parece “incomprensible”?

fnt: Cambias de tema, no me haces caso. No me dijiste a qué te referías con “reales”; quieres en cambio que yo te explique...

aaa: ¿Te molesta explicarme?

fnt: No acostumbro hablar. Casi no opino. Mi opinión no vale.

aaa: ¿Eso crees?

fnt: ¿Tú, no?

aaa: No, ya te dije que me interesa lo que piensas, quiero saber tu versión.

fnt: Ajá.

aaa: ¿Desde cuándo se conocen?

fnt: ¿Quiénes?

aaa: Ustedes.

fnt: Te refieres a la silla vacía.

aaa: Tú sabes a qué me refiero.

fnt: Sí, sí, claro. Me pareció escucharlo decir que desde la infancia, ¿no? Desde entonces, pues.

aaa: ...

fnt: O antes. Sí, antes. A él le daría terror saber que nos conocemos desde que nació, que nacimos juntos, de la misma madre, en el mismo momento.

aaa: ...

fnt: Es complicado.

aaa: ...

fnt: Hubo momentos felices entre nosotros. Hubo... Pero él cambió.

aaa: ¿Solo él?

fnt: Llamarme Frontera, eso es reciente. Empezó a llamarme así cuando comprendió que su vida no funcionaba.



V


zzz: Yo también tengo derecho a opinar.

aaa: ...

fnt: ...

zzz: ...

aaa: Estoy hablando con la Frontera. Tuviste tu oportunidad, ahora quiero hablar con ella.

zzz: Pero está tergiversando.

fnt: No deja hablar, le gusta estar interrumpiendo, lo hace siempre.

aaa: ¿“Siempre”?

fnt: Siempre. Más que un momento, más que dos momentos... siempre.

aaa: Sigue.

zzz: Insisto que quiero opinar. No puedo permitir que siga si me acusa de lo que no hice.

fnt: Para que veas quién es Frontera de quién.

zzz: No tiene nada que ver con eso. Solo quiero que me escuches.

aaa: Aquí primero habla uno y luego el otro.

fnt: Nos tenemos miedo.

aaa: ¿Quiénes?

fnt: Tú sabes.

aaa: ...

fnt: Nos tenemos miedo.



VI


zzz: Necesito que me deje respirar, que me deje al menos un tiempo.

aaa: ¿Qué sientes?

zzz: Eso...

aaa: Ponlo en palabras, ¿qué es “eso”?

zzz: Asfixia, siento que me asfixia.

aaa: ¿En dónde lo sientes?

zzz: Es mentira lo que dice.

aaa: ...

zzz: Si ella me deja respiraré al fin, podré moverme con libertad.

aaa: ¿Te impide moverte?

zzz: Es una Frontera.

aaa: Es tu Frontera.

zzz: No es mía. Ella llegó a mí. Ella me buscó.

aaa: ...

zzz: He tratado de alcanzarla. He querido tenerla. Nada es posible con ella. Se va, se aleja, cambia su forma. Se mueve cuando menos lo espero. Se modifica.

aaa: ¿Cómo es que hace eso tu Frontera?

zzz: No sé, se mueve. No puedo traspasarla si está en constante movimiento. No puedo trascenderla si está en constante crecimiento: se expande.

aaa: ¿Podrías aclarar?

zzz: No me entiendes. Claro, ni yo mismo me entiendo. Es complicado. Es tan solo una Frontera. Es posible que ni siquiera sea eso.



VII


fnt: Él me invitó.

aaa: Dijiste conocerlo desde antes de su infancia...

fnt: Sí, pero porque él me invitó.

aaa: Explícate.

fnt: Creerías que estoy loca.

aaa: No juzgaré, no es mi papel.

fnt: No me dirías nada, pero creerías que estoy loca. ¿Para qué te digo? Lo único importante es que él me invitó.

zzz: Eso es absurdo. Ni llegó antes, ni la invité. ¿Cómo iba a invitarla antes de nacer, antes de ser un niño capaz de hablar y de jugar? Imposible.

aaa: ¿Por qué crees que dice eso?

zzz: Porque está loca. Porque me quiere tener prisionero.

aaa: ¿Prisionero?

zzz: Es la Frontera. No hay forma de traspasarla. Es un límite, te lo dije.

aaa: Ya hablamos de esto. ¿No quieres atravesar esa Frontera, no quieres llegar al otro lado? Depende de ti.

zzz: ¿Y ella qué? ¿Por qué yo tengo la única responsabilidad? No es justo. No la invité, llegó, se quedó, estrechó sus límites y ahora yo soy el único responsable. Eso me estás diciendo, ¿verdad?, ¿eso quieres que confiese?



VIII


fnt: Me pedías que estuviera a tu lado, que te protegiera. Mis límites fueron los primeros y fueron límites amorosos. ¿Por qué crees que eras un niño tan bueno, que tu mamá no te regañaba? Acuérdate. Piensa en lo rápido que aprendías. ¿Cómo crees que se aprende? Con límites. El aprendizaje sin dolor surge de mí. Pude haber sido cruel contigo, pero no lo fui. No te regañaban, ¿verdad? Casi nunca. A veces, juntos, hicimos cosas malas. Te dejé entrar y salir muchas veces, muchas. Pero eso ya no lo recuerdas. Piensa en esto: ¿quién me invitó? Tú. No hay más. Y no mientas. Besaste mujeres. Les hiciste el amor. Si no te gustó o si te gustó tanto que te asustó, no fue culpa mía. ¿Por qué no lo dices? Dilo, es el momento. Yo diré mi parte. Ahora te asusta, como todo. Ahora te parece ridículo. Eso ya no es culpa mía.



IX


aaa: ¿Qué pasa?

zzz: Esto es insoportable. No puedo seguir.

aaa: ¿Qué te sucede?

zzz: ¿Cómo se atreve a decir eso de mí?

aaa: Tú también has tenido oportunidad de hablar.

zzz: Y todavía quiere decir más. La conozco, sé de lo que es capaz...

aaa: Explícate.

zzz: No creo que sea necesario. No creo que sea posible. ¿Para qué? Ya viste cómo es. Refutaría lo que digo. No se conforma con ser Frontera, no se limita a limitarme, quiere ser parte de mí, quiere que me convierta en ella.

aaa: ...

zzz: No la dejaré, no lo haré, no puedo.

aaa: ¿“No puedo” o “no quiero”?

zzz: Estoy cansado.

aaa: Está bien. Continuamos la siguiente semana. No olvides que la confrontación es una parte esencial del proceso. ¿No quieres cruzar esa Frontera? ¿No quieres cruzar todas las Fronteras que te encuentres?

zzz: ...

aaa: Es cuestión de paciencia.

zzz: ...

aaa: Nos vemos la próxima semana.

zzz: ...



X


aaa: ¿Qué pasa, olvidaste algo?

fnt: Tienes razón.

aaa: ¿Cómo dices?

fnt: No es un asunto sencillo.

aaa: ...

fnt: Ahora lo entiendo.

aaa: ¿Qué entiendes?

fnt: ...

aaa: ...

fnt: Tengo algo que decirte, algo que ni él mismo sabe.

aaa: ¿Me lo quieres decir ahora?

fnt: Si tienes tiempo.

aaa: Claro. Ya te dije que quiero ayudar.

fnt: Es un secreto muy guardado.

aaa: Bien. Pero ya sabes: no me lo digas a mí...

fnt: ¿A la silla vacía?

aaa: Exacto. Imagínalo ahí. Dile lo que quieras. No habrá más interrupciones.

fnt: La silla vacía.

aaa: Eso es, la silla vacía.

* Tomado de Instrucciones para cruzar la frontera (2011)



Luis Humberto Crosthwaite (Tijuana, Baja California, México, 1962)

Ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (1990), Premio de testimonio Chihuahua (1992), Premio Nacional de Cuento Décimo Aniversario del Centro Toluqueño de escritores (1994). Miembro del Sistema Nacional de Creadores en México (2001-2004, 2011-2013). En el año 2000 hizo la adaptación para cómic de la novela policiaca de Rafael Bernal, El complot mongol, de la cual se publicó sólo un fragmento (Ediciones Vid). También ha hecho adaptaciones de obras de teatro clásico para grupos teatrales de su ciudad natal. Dirigió el proyecto editorial independiente Yoremito. Entre 2002 y 2010 se desempeñó como columnista del diario estadounidense San Diego Union-Triubune. Actualmente es profesor invitado del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Iowa. Ha publicado en cuento: Marcela y el rey al fin juntos (1988), Mujeres en traje de baño (1991), No quiero escribir, no quiero (1993) Estrella de la calle sexta (2000), Instrucciones para cruzar la frontera (2002, 2011). En novela: El gran pretender (1992), La luna siempre será un amor difícil (1994), Idos de la mente. La increíble (y a veces) triste historia de Ramón y Cornelio (2001, 2010), Aparta de mí este cáliz (2009), Tijuana: crimen y olvido (2010).

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