Desear, Desobedecer
Paro Nacional en Ecuador, Junio 2022
La paranoia colectiva instaurada por la violencia y la estigmatización ha acentuado una profunda fractura social que, como una peste, impregna de odio los discursos y lastima, agrede, deshumaniza. Un caudal de muertes va dejando el vaho del terror que cargan las balas y bombas con que se pretende silenciar la lucha detonada por el descontento y la extrema necesidad. El miedo nos vuelve presa fácil de la manipulación del poder.
Nos convocamos a crear desde la disidencia y la rebeldía, conscientes de la realidad de los pueblos y nacionalidades históricamente marginalizados; con el dolor de ser testigos del racismo y el clasismo que infectan nuestros círculos sociales y con el impulso de levantarnos ante la injusticia y la desigualdad.
Invitamos a escribir y crear desde la pluralidad y la resistencia, frente a un sistema paralizador y violento que segrega.
Todxs somos parte del tejido social; darnos respeto, amor, empatía y cuidado es lo que nos queda. Que el arte sea otra forma de abrazarnos y resistir, para levantarnos juntos desde la potencia del deseo en cada uno de nuestrxs cuerpxs.
#ParoNacionalEC2022
Warmi cómo se lucha? /
Warmi imashatak sinchi shayarina?
Samay Cañamar. (Ecuador, Otavalo).
Warmi cómo se lucha?
Poniendo el cuerpo,
diciendo haciendo.
Anaco vistiendo,
con wawas corriendo,
esperanzas, palabras, cantos,
actos y sueños mostrando.
El churo soplando,
caminando.
Doliendo/llorando/amando/llorando
odiando/riendo/amando/ tejiendo
amando/cuidando/ trabajando/amando
amando/ amando carajo.
Warmi imashatak sinchi shayarina?
Kikin uku aychawan sinchi tukushpa,
ima rimashkata shinashpa.
Anakuta alli chumpirishpa,
wawa aparishkapash kallpashpa,
shuyashpa, rimashpa, takishpa,
rurayta, munayta rikuchishpa.
Churuta fukushpa,
purishpa.
Nanarishpa/wakashpa/huyashpa/wakashpa
kulirashpa/asishpa/huyashpa/awashpa
huyashpa/rikushpa/llamkashpa/huyashpa,
huyashpa/kutinpash huyashpa karaju
*En el contexto del paro nacional en Ecuador se ha vivido muchas situaciones lamentables que ha reverdecido el racismo, ha evidenciado el clasismo y el poder patriarcal. En estas luchas las mujeres somos siempre relegadas a cuidados y muchas veces no hemos sido reconocidas, también, como mujeres que ponen el cuerpo tanto en el cuidado como en la primera línea. Aquí dejo uno de mis poemas, inspirada en las warmis de pueblos y nacionalidades, en las warmis de mi ayllu que nos sostienen en las luchas sociales.
Influencer en paro, listx para la selfie
Marcela Ribadeneira (Ecuador, Quito)
Collage digital
Arizco (Ecuador, Cuenca)
A vos policía
Sebastian Cattán (Ecuador, Quito)
A vos policía, a vos militar...
Te deseo que nunca tengas que quitarte ese uniforme.
Ojalá se te pegue a la piel
y puedas dormir y bañarte con ese disfraz,
ojalá que nunca tengas que verte de nuevo en el espejo sin esa máscara.
Porque el día que te veas sin ese puto uniforme
y veas el color de la piel con la que naciste...
ese día,
te lo firmo,
yo que no soy nadie,
te lo firmo con el llanto y la sangre de toda la gente.
Ese día no vas a poder vivir con todo lo que hiciste.
Y desde dentro,
desde el centro mismo de ese que eres
te consumirá un dolor que no tiene nombre y para el cual no existe cura.
Cuida bien ese caparazón,
que por nada se te caiga,
porque afuera de esa cáscara te esperan los fantasmas de tu pueblo,
pueblo al que debías cuidar
y no cuidaste.
La iglesia de San Francisco
Camilo Sánchez (Ecuador, Quito)
Cuando era niño mis abuelxs me enseñaron a amar al centro de Quito, me enseñaron a amar sus hermosos y coloniales edificios, a amar la Plaza Grande y la iglesia de La Compañía con su cuadro del Infierno; me enseñaron, también, sobre el temor de dios.
Pero como no hay mal que por bien no venga, mi golpeada cabeza de niño salvaje e hiperactivo, adicto al azúcar y a la televisión, confundió siempre las lecciones y desvió continuamente la mirada y la escucha hacia donde su propia voluntad le exigía.
Entonces también aprendí a amar las comidas callejeras, los ciegos acordeones y lxs vendedorxs de lotería. Así aprendí a amar a los borrachos que se orinaban en las esquinas
y a los ladrones y a las putas que se daban de tarascones por un puñado de sucres o de sentimientos o de nada realmente…
Amo la iglesia de San Francisco, amo su plaza y sus palomas; amo, por desgracia, las mentiras que me han contado sobre ella; y también así, amo las verdades que se ocultan bajo sus piedras. La amo tanto, que la amaré incluso transformada en chamiza o en foco incendiario urbano y contagioso; y la amaré más aún cuando armado de un serrucho o de un mazo, desensamble yo mismo sus puertas y sus hermosas vigas de cedro seco y virreinal, para llevarlas al taller y cepillarlas y lijarlas y cortarlas según las específicas medidas, y darles a los aros las curvadas formas necesarias, usando una mezcla de agua y temperatura para transformarlas en guitarras o mandolinas, en voces recicladas que quieran cantar canciones nuevas.
Fotoreportaje
Leonel García
*Registro logrado el 28 de junio, durante las protestas en al Parque Calderón de Cuenca, realizada por parte de artistas de la ciudad.
151
Pablo Fierro
Mandato de muerte:
con voz alambicada,
asestaste una mordida feroz
en el corazón de la llacta
e inundaste de humo envenenado
el cielo transparente de la killa,
la garganta del páramo y la selva.
Llegaron,
con la sed que hacía estancia
en los maizales de la altura,
y el hambre escudriñando
en el hollín de las entrañas.
Llegaron las warmis,
cargadas con sus guaguas a la espalda,
blandiendo el shungo y el canto como armas.
¡Cuánto valor y amor en su palabra!
¡Para llorar a mares y seguir luchando!
Wambras
también llegaron,
acarreando los tambores de su pecho,
para ofrendar su amanecer
en lo más oscuro de la noche.
¡Para llorar a mares y seguir luchando!
Enfilado por los cascos sin cabezas
y guarecido en las armaduras sin alma,
mandato de la muerte,
quisiste, con granizo de esquirlas,
apagar el fuego de la lanza,
que repelió el ruin ataque
por la espalda triste,
con relámpagos de dulzura armada.
No pudiste amedrentar el sueño
de los siglos venideros.
Avanzan a tropeles
para vengar la ausencia de su hermano muerto.
No hay escape, vil cancerbero
de las alforjas subterráneas.
Mentiste con sórdida sonrisa
en las narices del indómito guerrero.
No pudiste amedrentar el sueño
de los siglos venideros.
Heraldo de la muerte,
tendrás tu merecido en las olas del recuerdo,
que te revolcarán como rocas contra el suelo
hasta convertirte en arena del olvido.
Aquel fue asesinado
Texto: Sebastián Cattán
Ilustación: Alejandro Calderón
Edición: Reynaldo Olaya
Voz: Juana Micaela Arias
Música: Amalia Trinidad, Nicolás Davila
El lamento de la montaña
Santiago Montoya (Ecuador, Quito)
las armas estaban en silencio
el cielo oscuro
tibio
indeciso
por las escaleras
descendió el cortejo
con el ruido de su llanto
un lamentó bajó por la montaña
[la victoria es otra forma
de decir muerte]
la tierra sintió
a los hombres
como los había sentido la primera vez
con cierto asombro
con cierta tristeza
la multitud se abrió
sembrando el suelo
con lágrimas
con voces de bronce
como una lenta muralla
de tambores tristes
al centro iban los que ya no podrán decir
yo soy
yo vine
yo fui
la frente orgullosa como
un pendón de guerra
sus labios eran una línea cerrada
ojos pesados y severos
que nadie había podido cerrar
la piel como tierra
como semilla lista para
la siembra
la muerte parecía imposible
pero estaba ahí
sobre los hombros del cortejo
la muerte era la miseria
encarnada en la tristeza de todos
algo que rehusamos
algo en lo que no creemos
la muerte es lo más difícil
que tenemos
un lamento bajó de la montaña
y convertido en hombre
caminó sobre la tierra
y siguió de largo entre la gente
sin desaparecer
siguió de largo
bajo la mano del sol
que señalaba la herida
que nos había reunido
y que todavía sigue en nosotros
*Escrito en memoria de Inocencio Tucumbi, Henry Quezada y Byron Huatatoca, asesinados en las protestas de octubre-2019 y junio-2022.
CÓMO ESCRIBIR DE AMOR
Gabriel Cisneros Abedrabbo (Ecuador, Riobamba)
Afuera,
la gente de bien,
la que nació inmaculada
por tener su origen en otra tierra
ondea banderas blancas,
mientras reclaman
que son solo suyos
los frutos de esta tierra.
En el cáliz
mi sangre india,
siente cómo muerden
las pulsaciones del aire.
Los músculos
enmohecidos por la náusea
asfixian.
Los barrotes invisibles
suelen doler más
que el hierro calcinado por las lágrimas.
Cómo escribir de amor
sí una grieta nada humana
nos hace islas deshabitadas,
sarcófagos esperando
el agua dulce de la muerte.
Cómo escribir de amor
si al final
todos terminamos siendo apátridas
en la violencia
sulfurosa de este tiempo.
27 de junio de 2022
Veo ballenas imaginarias
Diana Zavala (Ecuador, Manabí)
Paro
veo ballenas imaginarias
en el mismo lugar donde lloré al equipo periodístico
que no regresó a casa
en la línea imaginaria
con el Gobierno de contundentes estrategias imaginarias
ese día
(igual que ahora)
la playa era el reflejo
de un cielo de gallinazos
Ciudadanos de la nuez
devuelvan al blanco su dignidad
también quiero vestirme para la Paz
devuélvanle a la cacerola su lengua.
Madre agua
perdón por la mancha aceitosa
de la inconsciencia.
Dispara el hambre, dispara el frío, dispara el Credo
callan católicos, callan evangélicos
cierran sus templos
Todo es maya, ilusión
(cita de cita de los New Age a los maestros)
Trasciende
Mira para otro lado, úntate floripondio, perfecciona El Cuervo
los zapatos rojos son solo el nombre de un cuento de una niña caprichosa
una niña que no cesa de bailar
no es sangre azul la que corre, es solo pintura roja del humano imaginario.
En el estómago se arremolinan medusas de odio
también en la escuela espiritual me quedé pequeña
veo ballenas imaginarias
soltando chorros de iluminados.
Santa Marianita, 24 de junio de 2022. #Manabí #IntyRaymi2022
Mientras el conteo explusa tu gas
Coralia Nicole
Hay una ciudad que me aprieta la garganta
Rubén Darío Buitrón (Ecuador)
Hay una ciudad que me aprieta la garganta
y las razones,
una ciudad que se esconde entre los pliegues
de los corazones retaceados,
una ciudad culpable de vestirse de inocencia
y de ignorancia,
una ciudad atrapada bajo los escombros
de las imposturas.
Hay sombras alargadas que proyectan conjuras como aguijones,
como desobediencias, como miedos que agitan banderas transparentes,
como velas aromáticas que nunca alcanzan
a encenderse,
como la paz escondida detrás de los muros
y bajo los puentes.
No sé, amor, si mañana pueda abrazar
las destrucciones y los cielos deshilachados.
No sé, amor, si la guerra solo es un espejo
de las posibilidades.
No sé, amor, cuánto de ti resiste dentro
de la lentitud de mis zapatos rotos.
Los odios caen de los árboles y hacen temblar
la vida mientras los afectos se descuartizan.
Los odios emergen desde el subsuelo de los
sueños derrotados.
Hay una ciudad que ya no es mía. Hay una
ciudad que se incendia desde todas las codicias.
Los perros de Orwell
Mateo Sebastián Silva Buestán (Ecuador, Cuenca)
Por ahí andan, perros de todas las razas, tamaños y pelaje, aguantando soles, lluvias bajo sus pesados, malolientes y lucios cascos, artefactos que no les permiten pensar. Por ahí andan, perros de hocicos pestilentes, duros garrotes y lustradas pezuñas, inflando sus gordos mofletes cada vez que tras una presa acuden. Por ahí andan, canes amaestrados sin criterio, sin sesos, mostrando los afilados caninos a tantos inermes transitan por su lado. Por ahí andan, algunos de ustedes, galopando, pero a esas alturas ya no se sabe si la bestia es la que anda en cuatro patas o la que monta. Otros perros van, de a dos, sobre un motor que parece desfallecer por sus pesadas lanas y que les sirve como medio de perfecta intimidación y represión. Por ahí andan, perros galardonados, bien remunerados, bien alimentados, bien equipados, prestos para perseguir, a toda prisa, y morder al que le toque. Por ahí andan, perros salvajes, presumiendo sus agallas frente a unos cuantos protestantes del común; por ahí andan, perros sumisos, con los que ya sabemos temblando ante los verdaderos terroristas de cuello blanco y pantalones caídos. Por ahí andan, jauría de abusivos; bárbaros; corruptos; déspotas; enérgicos; fascistas; gamberros; hirientes; inicuos; jodones; kilométricos lambones; maliciosos; narcisistas; ñiquiñaques; opresores; plastas; quejosos; rabiosos; sucios; traidores; usurpadores; vesánicos; …; …; y… zafios.
¿Perro, a eso le llamas trabajo? ¿Cómo llegas, perro, a la perrera y ríes con los demás pulgosos? ¿Puedes, perro, ves a los ojos a tus cachorros, a tu acompañante y hacer como si nada? ¿Es posible para ti, perro, dormir en las noches? ¿Cómo puedes, perro, aguantar tu propio aroma, presencia y acciones?
Anda, perro, oye el silbo y corre despavorido a recibir tu croqueta de la mano del cerdo orwelliano de turno.
Descalabros del 22
Sofía Buendía
Cada bomba descalabra los dientes
son la escalada que revienta una arteria
No quiero dormir
puede que la muerte me someta
Mamá llora
Hermano suicida del llanto
¡han profanado el agua!
matando en inglés y a toda velocidad
a tantas Madres
Indígenas
reventadas de tanto abrirse
a la lucha desigual
a la mentira
Los cuerpos dilacerados
se levantan
en las cámaras de gas
se sostienen del chumbi
Repechan en el grito
Enarbolan la existencia
Remueven escombros del pasado
“El hueco eres tú”
¿a cuántas personas has matado?
Dolor que estampa el mundo
Seis
Quieres vivir
y la noche
Sufre
Collage
Steven Albán (Ecuador)
Ecuanoir: Paro Nacional
Sebastián Vera (Ecuador)
“La realidad es una producción comunicativa”.
Omar Rincón y Germán Rey
Arctic Nation en el Inti Raymi
Un gato negro pasea por los escombros de una nación debilitada, casi extinta. Llueve. El gato habita una descripción, una percepción, una ficción de país, y no hay mejor horizonte que la describa que la Av. Patria entre la niebla de los gases lacrimógenos. El gato recuerda lo que alguna vez escribió en una libreta de mano, cuando el ingenio del tedio lo invadió: “Algún día escribiré mis memorias. He visto y vivido tantas situaciones fuertes que la gente, cuando las lea, pensará que son una sarta de mentiras”. El gato regresa de su déjà vú, frente a Miss Grey, mientras la profesora, sentada en un columpio bajo la llovizna, le dice: “Yo no me rindo. Me parece que ahora hay más motivos que nunca para luchar”. John Blacksad deja caer su cigarrillo. “Eso es muy loable, Miss Grey”, responde. Des vú.
Blow Out: democracia snuff
Jack Terry busca un grito que se ajuste a su slasher y decide salir con su equipo de grabación a las calles de Quito. La confusión del ambiente le permitirá capturar varios audios. Elije ubicarse por la zona de La Mariscal. Apunta su micrófono en dirección a la Av. 6 de diciembre y Foch. Escucha el robo a un equipo de periodistas y los amedrentamientos por parte de dos delincuentes. Se asusta. Decide retirarse de ese lugar y probar mejor suerte el siguiente día por la noche. Piensa que en las zonas de paz tal vez tenga mejor suerte. Sabe que toda zona en el Paro representa territorio de guerra para policías y militares. Se aventura a ir a la Plaza Indoamérica. Escucha un disparo y captura el grito no de una, sino de varias personas que salen despavoridas. Un camión con personas y alimentos es atacado por policías. Imagen y sonido, fluido ininterrumpido.
Kruda Sucia Krisis: Tzantza Matanza
La palabra es tu pucuna, esa ruptura contra el abuso histórico. ¡Saca la cabeza y mira las reducciones! Que la poesía, en el ombligo del mundo, sea el levantapolvos contra la inactividad. ¡Muévete contra la trivialidad condescendiente! ¡Grita tu poema a la luz de una vela en la oscuridad! ¡Descuartiza a quienes nos descuartizan! Niégate a redactar el testamento de tu pasión en el latido de las sombras. ¡Crea, no sobrevivas! Da testimonio de la lucha y de la dignidad de todos los seres humanos y transforma toda esta mierda. Que esa terquedad, que parte de nuestra realidad, donde reside la irreverencia y la fuente inagotable de la potencia creadora, lo rompa todo contra los opresores. Unámonos contra el oscurantista manipuleo de privilegios e incapacidad. ¿Qué proyección tenemos como Pueblo? Conexión, revolución, manifestación, amor.
ALICIA, LA VIUDA DEL PARO NACIONAL
Diego Escobar (Ecuador, Puyo)
Alicia Tapuy, de rostro juvenil, contextura delgada y largo cabello negro, permanece sentada junto a su padre. Vestida con ropa oscura, su rostro desencajado por la tristeza, se mantiene con la cabeza apoyada en el hombro derecho, junto al ataúd de su compañero Byron. Sus ojos están suspendidos en un punto fijo. La gente que llega se solidariza con ella, pero no se inmuta; no se da cuenta de quiénes son, solo extiende la mano y se deja abrazar, ausente. Los presentes, que traen alimentos dentro de canastas, rodean el féretro del fallecido.
Con plástico negro cubrieron el patio de la casa de Byron Huatatoca, de 44 años de edad, para poder velarlo. Su hermana, con ropa blanca en las manos y con lágrimas en los ojos, pide a la gente que se encuentra sentada en las sillas improvisadas que le ayuden a cambiar de ropa a su hermano. Muchos se quedan mirando a los ojos sin saber qué hacer. Una pareja se levanta y se ofrecen como voluntarios; padre e hijo, vecinos del fallecido, ayudan en la tarea triste de levantar al muerto para ponerle ropa nueva. El último cambio de vestimenta de Byron en esta tierra. Las lágrimas se convierten en cantos, en anen. Cantan de manera desgarradora en runa shimi. Las mujeres lloran y lamentan la muerte de Byron. “Lo que más les duele es cómo murió”, dice Auxilio, una de las vecinas presentes en el lugar.
Al escuchar las lágrimas y cantos de las warmis, Alicia se cubre los ojos con el brazo derecho, se agacha y llora. A ratos el desconsuelo se apodera de ella: son los recuerdos de una vida juntos, criando a sus cuatro hijos junto a Byron; los sueños, como la casa de madera que estaban construyendo, se desvanecen por su inesperada partida.
A la sala de velación improvisada en el sector de Pindo Grande, en Puyo, llegan a solidarizarse vecinos, familiares y quienes se encontraban en el momento de la represión policial. Byron cayó herido en la esquina entre la calle Los Anturios y la Avenida Tarqui, a tan solo dos cuadras de su casa.
Al enterarse de que sus compañeros indígenas llegaron a tomarse el puente sobre el río Pindo, en el sector de El Picolino, Byron se unió enseguida. Siempre estuvo acompañado de sus hijos, en especial de Juan, de 19 años, quién estuvo con su padre en el momento que perdió la vida y relata cómo sucedieron los hechos ese día.
TOMOGRAFÍA QUE, SEGÚN LA CONFENIAE, DEMUESTRA QUE BYRON HUATATOCA FALLECIÓ POR EL IMPACTO DE UNA BOMBA LAGRIMÓGENA.
Una camioneta se parquea afuera de la sala de velaciones y los curiosos salen a ver quién llega; después de unos minutos, dos hombres ingresan cargando una tina grande. Dentro de ella llevan una gran pierna de vaca, donada por amigos de Byron para su familia.
Algunos jóvenes en la sala de velaciones llevan puestos implementos policiales: alguien tiene un escudo policial en sus manos, otros cargan toletes y partes del equipo de protección. Son para ellos los trofeos de la batalla del día anterior con la policía, en el centro de la ciudad, cuando el descontrol se tomó las calles de Puyo. Después de enterarse del primer fallecido, la indignación se apoderó de muchos manifestantes y las calles se convirtieron en un campo de batalla que terminó con una unidad de policía comunitaria destruida, un cuartel policial destrozado, los ventanales de la Cruz Roja rotos y una agencia bancaria arrasada y saqueada. La guardia indígena logró detener a varios antisociales a quienes les aplicaron la justicia indígena.
Alicia se levanta de vez en cuando, ingresa a su casa y vuelve a sentarse junto a su padre, mientras van llegando más sillas de madera para acomodar a quienes acuden a darle el sentido pésame y acompañarla en su dolor. Juan se sienta a su lado. Dice que está destrozado y que no sabe qué va hacer sin su padre, los dos trabajaban juntos. Juan no sabe por qué le hicieron eso a su padre. Vio con impotencia cómo la bomba lacrimógena se quedó incrustada en su rostro, dice que intento sacarla, pero que no se pudo hacer nada. Cuenta que murió en el hospital y que es mentira lo que dijo el Ministro del Interior, Patricio Carrillo, de que su padre falleció por haber manipulado explosivos. Dice que lo que le mató fue el impacto de la bomba lacrimógena en su rostro. Juan pide justicia para su padre. “No queda otro camino que seguir luchando”.
Entre el fuego cruzado y una fuerte lluvia por caer
K,b (Ecuador)
Dicen los diarios en primera plana:
“Un comunero Kichwa de Pastaza muere en manifestaciones”
“La delincuencia no recita balabras, recita bala”
“El gobierno invita al dialogo”
“75% de la producción avícola, en riesgo por protestas”
“Cubeta de huevos aumenta de precio”
¿Qué dicen los principales socios comerciales de Ecuador sobre el paro nacional?
“Militares condenan protestas por (serio riesgo) para la democracia”
“Ecuador acumula 78.000 barriles de petróleo sin producir”
Que los medios llenos de labia dan “balabras” de lado y lado,
que la ira y odio al paisano es normal,
que el racismo es como la herencia de esclavitud,
que “las fuerzas del orden resguardan a los manifestantes antes que disparar”
que Guido Guatotoca fue asesinado por la policía,
impactado por una bomba lacrimógena,
que la vida está cara y que arrimando el hombro sacamos la patria adelante,
que lo que pasa en Ecuador es consecuencia de una prístina bonanza despilfarrada
y una mentira de la bancada,
que la represión y la violencia “defienden” los principios de los derechos humanos,
que no paralice porque debo ser ciudadano de bien,
que garantice la democracia,
que el país tiene anemia,
que las autoridades tienen cera en los oídos y cólera en el corazón,
que son de sangre pura, que no son como: “esos”
que son de piel delicada, que el sol les quema y que la paz es lo que nos gobierna,
que la papa y la legumbre se importará, al igual que la fe y la confianza en el gobierno actual,
que Dios me perdonará: es su oficio,
que agregue agua a la olla para que no falte,
que un estudiante les dé una clase de política a los asambleístas,
que el acceso a la educación está siendo adulterado,
que la prensa cuando no le conviene pone lo que le refieren,
dicen “¡qué me importa!” si mi patrimonio es como un bolsillo de payaso,
que “¡viva la tranquilidad!” de lo que me han donado,
que algunos dirigentes indígenas son dictadores en pequeña escala,
que el agricultor quiere actuar como individuo no como conjunto obligado,
que es culpa del pasado y del narcotráfico,
y que también los “dejemos trabajar”
“¿qué será de aquel gobierno que no tema a los estudiantes?”
que la sede cultural se ha militarizado,
que el material “vélico” son libros de poemas,
que los rebeldes no son gente de confiar,
que los turistas se van a espantar,
que los delincuentes se mezclan en la turba,
improvisan peajes para delinquir y robar,
que arrimando el hombro al país se lo va a levantar,
¿ni con grúa, ni con estados de excepción, o con un meteorito?
que los policías desaparecidos no tuvieron opción de estudiar,
que el pueblo no debe enfrentar al pueblo,
que el sistema de salud recién en emergencia está
que si no sales a marchar justicia indígena se aplicará
que ayunemos,
que el país tiene anemia,
que el único prójimo es el que se mira en el espejo,
que la protesta social desde la trinchera de la escritura es banal,
que en la práctica no hago nada,
que la poesía es burocracia de la palabra,
que estoy en primera fila en una huelga virtual,
que si no firmo el apoyo a la mano que me da de comer soy mojigato,
¿que la Constitución ampara el libre pensamiento?
que a la demagogia se le da beta,
que soy de la ciudad,
que vengo del campo,
que “yo soy estudiado”
oculto entre la historia, entre el apellido, entre el ADN, entre los quehaceres,
que las calles son el diálogo del pueblo cuando la anemia empieza a matar,
que el país quiere un país.
Notas al vuelo en tiempos convulsos
Valería Betancourt
*Este texto es parte de una iniciativa más abarcativa que empecé durante el confinamiento en la primera ola de la pandemia de Covid-19: Notas al vuelo en tiempos convulsos.
Están escritas a mano, con estilógrafo, con la motivación de que mi palabra, en su trazo, no sea leída sino sentida.
Un abrazo, en resistencia.
Collage
Santiago Carrera
Primera línea
John Gómez (Colombia)
PRIMERA LÍNEA
Quiero verte resistir
un chorro de agua
que podría calmar
toda la sed del mundo
pero no tu sed, vida mía,
tus ganas de llegar a casa
y encontrar a todos
sentados a la mesa
y saber
que hay para comer
que no hay que correr
que no vas a morir
que tu corazón
no será
un latigazo más de rabia
en las garras de los buitres.
Quiero verte caminar
y cantar con alegría
porque el futuro es ahora
porque la noche no pudo
devorar tu miedo
con el espanto
de las sombras sin rostro
que respiran en tu cuello.
Porque yo te vi nacer, vida mía,
te vi pender del seno de tu madre
y dibujar
sobre su vientre
un sol blanco
que nos abriga a todos,
que nos cobija
con el mismo calor
con el que diste tu primer beso
a la luz de un banco en llamas.
*Envío este poema que escribí durante el paro nacional en Colombia, en 2021. Fuerza y aguante.
LOCOS
Dominique Fall (Francia, residente en Ecuador desde los 6 años)
Nos toman por vándalos. Subiendo por unas escaleras enclenques. Nos persigue la policía. Corremos. ¡Confusión, dolor, cólera! Un viejo nos da paso. Nos lanzamos al vuelo al trole. Desde lo alto de Chilibulo diviso la nube violeta de los gases lacrimógenos. Es el treceavo día de paro nacional. Locos y aventados. Indios, mestizos, blancos y negros. Decididos. Contundentes.
Resistencia
Belén Arellano
Sentido policiaco
Edwin Solano Reyes (República Dominicana)
Transcrituras para una máscara del dolor
1
Nos enloquecieron. Nos dijeron
que nos matarían. Nos lo hicieron soñar todas las noches
Nos dijeron que no éramos gente. Nos amenazaron
con desaparecernos a golpes. Nos dijeron que no debíamos
ser nosotrxs sino aquel o este. Nos persiguieron
para maltratarnos. Nos dijeron que no debimos nacer
Nos despreciaron porque no éramos solo mujeres u hombres
Nos evitaron porque les dábamos asco. Nos dijeron que éramos las causas
de nuestras propias desgracias. Nos manipularon hasta hacernos creer
sus mentiras. Nos apuñalaron con sus palabras
hasta hacernos daño. Nos dijeron que no éramos reales
Nos domesticaron para que no escapáramos de su encierro
Nos desfiguraron la imagen del mundo. Nos falsificaron la apariencia
de las demás personas. Nos amenazaron con abandonarnos
2
Nos volvimos venenosxs
para matar con nuestra carne
a aquellos que nos cazan para el almuerzo
Nos volvimos irremediablemente tóxicxs
para que les resulte mortal un encuentro con nosotrxs.
Nos cubrimos con espinas, colmillos, garras
para compartirles un poco del sentimiento de la muerte
Nos fuimos a vivir a nuestras madrigueras
en medio del desierto u ocultxs en la selva,
porque no nos responsabilizamos de su mundo que da asco
Nos transformamos en sapos, culebras, arañas, escorpiones
para que les espante el recuerdo de nuestra sola apariencia.
Nos volvimos solitarixs, caníbales, nocturnxs
para atacar sin piedad a quienes invaden nuestro territorio
Nos vestimos con colores llamativos, fosforescentes y brillantes
para que sospechen peligro en nuestra piel y en nuestras plumas
3
Pero un día, después de que nos hicimos lagartos
y jugamos a ser tigres e hienas en la pradera;
un día, después de que no quisimos seguir siendo felinos,
cuando nos pareció tarde para continuar escondiéndonos,
decidimos revelarnos y rebelarnos contra nosotrxs mismxs.
Abandonamos el pelaje y los colmillos, el asedio a nuestro alrededor,
y volvimos a ser lxs niñxs que se maravillan porque llueve sobre los árboles,
y el mundo es un espectáculo que no se acaba,
y que podemos ver a cada instante si nos detenemos a observarlo
y no andamos defendiéndonos de lo que ya no está y de lo que aún no ha llegado.
Un día, volvimos tan atrás, nos metimos tan dentro del espejo,
tan al fondo de nuestra sombra, comprendimos tantos hechos de nuestra historia;
que solo quedamos nosotrxs en algún lugar del tiempo,
dispuestxs a seguir, sintiéndonos de vuelta, entregadxs a la paz de ser:
siendo todas nuestras partes que alguna vez se rompieron.
Canción para un país fantasma
Este país da miedo.
Le sobra, en otras cosas,
campo y ciudad
y le hace falta pueblo:
no hay gente.
Son muchos los lugares que no existen
a plena luz del día.
Bajo este solazo se derrite el tiempo:
la historia se olvida.
Es algo así como un pedazo de isla
con gente que no recuerda
y se da de tumbos
todas las mañanas con la luz.
Una historia vacía
en pleno trópico, en el centro
del noveno mundo.
Da miedo, mucho miedo,
nuestro pasado en la delincuencia,
nuestra sospecha congénita,
pasiva, contra la idea del sueño.
Que uno salga a la calle
y no encuentre a casi nadie,
que por las noches duerman más
que los que callan, que quienes gritan
sean mucho menos que los que se alzan
de hombros, tan pocos, apenas alguien
que con una mano se defiende
de la brisa, del huracán, del maremoto.
Que este fragmento de isla
no tenga precisamente mar
y haga frontera con su propio encierro,
con su largo silencio interrumpido
por la muerte, por el reverso de su máscara,
por una antigua oscuridad oculta;
una pesadilla que se olvida
al despertar, que regresa
porque no ha florecido,
no ha atravesado su versión de sí.
Ese miedo que nos espera en las ventanas,
al lado de la puerta como un paraguas roto;
ese miedo a estar juntxs
que hemos aprendido a cuidar,
y que vacía las calles de gente,
deja al tiempo huérfano,
nos hace pasar de largo por la historia.
*Tomado de Sentido policiaco (Madrid: Amargord Ediciones, 2021).