brindis para olvidar si dios existe
Diego Abreu
Número revista:
6
brindis para olvidar si dios existe
cada mano sostiene un espacio secreto
cúpula inversa o cuarto perdido
sin forma
de hallarse
cada mano sostiene un ojo sobrante
cuerpo que inquieto nos mira
jalando palabra
visión perpetua creciendo del frío
cada uno de nosotros sostiene una piedra
o mala noticia:
–de ésas que antes venían en cartas,
de ésas que hoy atraviesan ventanas
abruptamente–
cada quien sostiene un brebaje vacío
que tomar a pecho
cada quien es su propia fórmula divina
propia sangre de mártir borracho
bañado en absurdo de pies a cabeza
y despierta en camilla de murciélagos
arrancando el guano del cuerpo
nuevamente
esperando palabras sobrantes
omnipresentes
y
afónicas
al liberarse la cúpula se deja ir el miedo
convenciones que traza la arena cayendo
naturaleza
distorsionada al repetirse
se dejan ir las manos que todo sostienen
que amasan médanos en la nada perenne
al liberarse la cúpula se deja ir el amor
la sensación de desvarío que nace del vientre
mortalidad
desembocando en el hambre
lagunas que acunaron nuestro silencio
y el de todo lo vivo
antes de irse
cada cual sostuvo una copa sempiterna
que alzada al cielo espectral
lo significó todo
antipájaro
entierro un idioma maldito
profundidad de etcéteras y sendero lingüístico
su ataúd pronunciado hace señas a dios
y consume la carne de un cuervo
cada idioma transitado por generaciones
lentas muertes dislocando e l h o m b r o
esto susurro en cada lengua de la tierra
periferia en que me guardo
esto granizo fragmentando la cúpula
o mar lejano producto del ojo
esto luz que asoma su cuerpo
entre hectáreas de nombres
poeta que ruega al espíritu en su boca
lenta pronunciación de sombras
la senda inquieta del lenguaje
se hace trizas en la nada
goza la suerte
de romper su camino
razas destrozadas por su paso
rostros de león anunciando el fin de los tiempos
colmillos haciendo trizas su flecha
profunda desolación aterrizando en el sueño
y del sueño un axioma extinto
a veces
mirar el cielo
resulta atemorizante
portaojos
cansancio en las voces
monosílabas predicciones
[del grito
ninguna me dice
qué hacer con esta muerte
continente olvidado en la faringe
panorama aislado invocando
las almas sobrantes
tus ojos privados
sirven tazas repletas de lágrimas
se adhieren a un cuenco en tu estómago
y tus sentidos
tu catarsis
tu botánica
entierras tu sabiduría
sentado en el lodo
cada pared
recuerdos
y ambición
hundidos
la incorpórea
la voz incorpórea crece en el cuarto
predando mis pies cada noche
mece sueños y quien sabe qué cosa
nuevamente nadie despierta
nadie aguarda al final de la cama
invocando interminables oniros
escapando del torso
nadie es loba de hambre durmiente
ni su cueva cristalina
o sombra nacida en su pecho
nuevamente nadie eleva los brazos
nadie se inmuta al final del camino
ni corta el aliento
rechazando encontrarse en sí mismo
una pista
palabra perdida
detrás del carmín
la anciana me tiende su llaga
y dice
todos los días alguien se tira de un puente
y dice
todos los niños son una crueldad desaforada
y dice
todos los días nos redime el sonido del agua
una ablución secreta
al cabo del ojo