
'Canciones desde el fin del mundo', selección de poemas
Yuliana Ortiz Ruano
Número revista:
6
Canto VIII
Padre,
ya no quiero canciones
como látigos en mis sienes.
Padre,
he quemado antes de marcharme
tu colección de discos,
¿por eso el mundo ha caído
como un cuerpo inerte
al agua?
Padre,
quiero tatuarme en la palma de la mano
los sonidos que compondrán los planetas
cuando choquen.
Himnos nacionales se pierden
en un agujero negro.
Hemos vuelto a ser Pangea.
Padre,
solo los débiles sobrevivimos
Canto XIV
He creído que soy producto
de una lobotomía.
La extracción de la desgracia
en la cabeza de mi padre
y la prostituta reprimida
amordazada
en el cerebro de mi madre.
Eso soy:
quince mil canciones enterradas
bajo un árbol de guayabas muerto
en el patio de una vieja sumisa.
Nunca quise lastimar a nadie,
yo no quise nacer navaja.
Siempre he creído que soy
producto de una lobotomía.
El cerebro desgastado por la noche
y la droga de mi padre
el deseo coagulado
en el sexo de mi madre.
Soy producto de una lobotomía,
el sabor amargo de los viajes
y el hambre de mi padre
con las costras de lavandera infantil
en la espalda de mi madre.
Nací agujero,
caballo sin ojos en medio de la maleza.
Serpiente con tenazas de cangrejo.
Cancerbero de cabezas mutiladas.
Siempre he creído que soy
producto de una siniestra lobotomía.
Canto XXV
¿Qué se necesita para engendrar hijas tristes? / Me pregunto mientras rasco las costras de la pared donde tengo dibujado un árbol pérfido / de donde cuelgan como manzanas de carne los rostros de mis parientes / ¿Qué se necesita para engendrar hijas tristes? / Me pregunto y el árbol asiente / como si sus ramas intentaran darme un abrazo / El abrazo de la muerte / se sufría en la vieja casa familiar / las mujeres dormíamos con un ojo abierto / con nuestras hermanas adheridas a nuestros cuerpos / para evitar que los primos nos tocaran / mientras escuchábamos cómo los tíos desvirgaban a las empleadas adolescentes en la cocina / niñas arrancadas de sus hogares / al norte cruzando ríos y subiendo cerros / del tamaño de la casa / donde les prometían prosperidad y seguridad donde ni nosotras / las hijas y nietas del árbol lo estábamos /¿Qué se necesita para engendrar hijas tristes? / Me pregunto / y todavía éramos obligadas a sonreír / a estar alegres / a recibir las bendiciones de los mismos hombres que en la noche con nuestras hermanas como prolongaciones de nuestros cuerpos eran los monstruos de los que teníamos que huir / y todavía nos preguntan por qué la rabia / ¿acaso tengo que agradecerle a mi madre que cobije con bondad la mano que se metió en la inocencia de mi hermana? / Rasco la pared que empieza a sangrar / descubro el árbol y emergen sus rostros y dioses / extraigo mi estómago para evitar vomitar sobre ellos / ¿Qué se necesita para engendrar hijas tristes? / Se necesita nacer en el centro del mundo / no tan al centro / al norte mejor / se necesita llevar un apellido con R / y creer en la moral propia / seguir creyendo que es bueno que las hijas duerman solas / como trozos de carne en mitad de la sabana / Para engendrar hijas tristes solo se necesita ser madre / y luego confesarles que nunca se quiso al padre / que el padre era un vicioso / que hay que querer a los tíos y a los primos sobretodaslascosas / aunque ellos descubran colmillos como feroces simolodontes y se disputen la piel de una / ¿Qué se necesita para engendrar hijas tristes? / Me pregunto / y lo que veo es el rostro de las mujeres que fui / reposando amordazadas / en la mesa de noche a un costado de mi cama.
Glory Box
A Beth Gibbons, vocalista de Portishead
I just wanna be a woman
¿No lo puedes ver?
Dentro de este cuerpo
vive un ser al que no le alcanzan las horas
ni las palabras,
un ser indomable que se come mis huesos.
Podría ser una manada de ellas
desnudas
con el músculo colgando,
con los senos tan pequeños como semillas de uvas
I just wanna be a woman
poder levantar la barbilla al cielo y
que llueva sobre mí
toda la ira y desarraigo
I just wanna be a woman pero soy millones de ellas
¿ahora puedes ver el caos?
¿puedes ver los trece volcanes en mi encéfalo?
So don’t you stop, being a man
Just take a little look from our side when you can
Sow a little tenderness
No matter if you cry
Solo quiero ser una mujer pero soy cientos de ellas.
«A estos hombres tristes»
Vive de azul, porque azul no tienes domingos.
Luis Alberto Spinetta, Almendra
Padre,
me he desbordado a diario,
la cabeza que me arranqué
aún no ha caído al suelo.
No es posible que lo sienta todo
y tan fuerte sobre la piel.
A mi cuerpo no le caben más batallas,
la cabeza me mira y no la reconozco,
sonríe y el sonido se estampa en los espejos.
El polvo de los libros se estremece al verla.
¿Cuándo vendrán por mí
las tropas de los desahuciados?
Los días se bifurcan,
espero sentada mientras ella,
la que no reconozco,
pasa las horas sin pegar los párpados.
Adherida a la multitud,
la noche y el estruendo.
A mí me duele el vientre de todos los partos;
los seres que doy a luz habitan esta carne.
Me asfixian.
¿Cuándo vendrán a buscarme,
padre?
Estoy lista para que me lleven.