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Cuatro poemas

Cristóbal Zapata

Número revista:

6

La primera infancia sucedió de modo lento


La primera infancia sucedió de modo lento,

como se construye el Palacio de los Sentidos.

Era una casita frugal con pilares de madera

y mujeres de pechos dulces,

y un patio trasero hondo que iba a dar a un riachuelo

que era la mar.

Patio-tendedero de ropas y sábanas limpias lavadas por hembras con macho-

patio de juegos-huerto-corral de las gallinas renovadas periódicamente y de pollitos que decían pío pío con sus buches llenos de maíz y de trigo.

(Todo rodeado de geranios rojoanaranjados, rosados, violetas,

como organismos engendrados por el amanecer).


Al frente la cantina-sala de billar 

presidida por una rocola recién comprada a crédito.

De allí venía un vaho viciado de cruel condena,

un tufo de aguardiente y cigarrillo,

de caricia profunda y furtiva 

que sigue flotando a mi alrededor.

Y más arriba, la casa de los abuelos y el parque 

donde jugábamos infinitos partidos de fútbol

a diez goles cada tiempo.


Todo estaba siempre a la mano:

los cuerpos, las frutas, la noche,

incluso lo prohibido, y el amor,

y la muerte.

Entre esas habitaciones, esos muebles,

esas mujeres, esos humores, 

me abrí paso feliz,

como una cabra en el monte.





El fogón


El día empezaba temprano en una esquina del pueblo.

La Michi paraba la tullpa gigante en su fogón

(elevado sobre un muro de tapial 

como un altar rústico).


Al pie los caballos bebían agua de los baldes 

y las palomas se lanzaban a picotear el afrecho

entre las patas de los animales.


El aire olía a caldo de res, a bosta.

Los hombres apuraban los platos grasientos 

y hondos 

como el hambre,

mientras las muchachas del servicio cruzaban el salón

entre piropos salaces.


No era un western. 

En medio del humo espeso y las pezuñas de las bestias

se estaba cociendo la patria.





Postal italiana con pandemia detrás

 

unas medias negras

atravesando el horizonte

unas medias negras de nylon

en una calle italiana cualquiera

 

unas medias negras

cubriendo las piernas majestuosas de una mujer

cuyo tronco no vemos, cuyo rostro ignoramos

pero que puede ser Malena.

Unas piernas de mujer largas como un mantra

como una oración subordinada (sustantiva).

Unas piernas magnéticas, inverosímiles

(como un collage de Dora Maar)

interrumpiendo el vacío

            el silencio

                            la muerte/

unas piernas deliciosas en medio de la nada,

como una pregunta terrestre.

 

Abril, 2020





Pas de Deux 

(Apollon musagète, Ígor Stravinski)

 

Cuando la mano de Apolo

elevó a Terpsícore desde su sexo

el tul de la musa se abrió como un tulipán,

y la seda del maillot urdió otra trama,

tejida con los finos hilos del deseo.

 

En sus casas, los hombres y las mujeres

que asistieron al ballet

intentaron remedar el gesto.

Había algo de pájaro que se posa de repente

(y en silencio) sobre lo agridulce

que las caricias más elaboradas fracasaron.

 

Ese asentarse de la mano en un instante de la noche

era irrepetible,

era la mano sobre el cuerpo volátil

de la Danza.

 

Diciembre, 2020



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