Cuatro poemas
Sonia Manzano Vela
Número revista:
6
Por la simple fricción de las palabras
Por la simple fricción de las palabras
se llega al éxtasis.
En esta, mi primera relación con el texto,
textualmente me revuelco en el lenguaje.
Entreabro los labios para decir “esta boca es mía”,
pero no sé si soy yo la que por esta boca está hablando.
No importa que nadie me recuerde en este último día
tan parecido al siguiente.
Algo que no es la rosa de otros días
fluye entre los muslos,
desangra para siempre entre los labios
la rosa que no vuelve.
(de Full de reinas)
Cadáveres de flores
Flores en mis tobillos
Flores alrededor de mis muslos
Flores brotando desde todos los orificios de mi
/cuerpo
Flores anales
vaginales
lacrimales
flores de turbios colores seminales
Flores perfumando el vino en que sumerjo
trozos de carne floja que morirán conmigo
Flores regadas por mi habitación vacía
confundidas con mis prendas interiores
Flores colgando del hacha del verdugo
flores orlando las sienes del desvelo
Flores que venderé a la entrada de un cine
y que arrojaré desde una rueda moscovita
Flores de plumas
flores de pelos
flores saliendo en procesión
desde un pubis despoblado
Flores adornando la montura
de la jinetera más joven
flores de vientos encontrados
flores de vientres encontrados
Flores colgando de la solapa de una gánster
flores de tallos largos
y corolas hambrientas
El día en que me ahogue para siempre
tendré repletos los bolsillos
con cadáveres minúsculos de flores
(de Último regreso a Edén)
Antes de que me interne en tus dominios
Antes de que me interne en tus dominios
deja que aspire
una bocanada más de aire selvático
así soplaré sobre tu nuca
manojos prohibidos de floresta
y dejaré en tu espalda
gránulos de fuego verde
para que de ellos coman
las ávidas alondras de mis manos
Deja que me provea
del vestuario adecuado
para poder remontar siglos de arena
en un solo segundo de ventisca
como para poder decir
debajo de este cactus
escondo la memoria del verano
y debajo del verano
resguardo mi ternura sobreactuada
Deja que unte tus músculos funéreos
con aceites provenientes de mi origen oscuro
soberbiamente oscuro
como las vetas que jaspean
mi piel de duro jade
Con este paladar yo paladeo
los bordes azucarados de un incendio
que se ahogó en medio vaso de cenizas
Con este bisturí mojado en niebla
secciono lo mejor de tu cadáver
el que a diario yo invento
para cantar a dúo
romanzas sin palabras
embebidas en brebajes de silencios
Con este azadón que abre sus zanjas
en las áridas hectáreas de mi sangre
roturo mi lomo depredado
por los dientes omnívoros del humo
y esparzo mis semillas nocturnales
sobre un lecho con forma de sepulcro
Con este pico torvo
de ave agorera
escarbo en tu hígado de espectro
los restos del licor que no libé
por estar extrayendo
el néctar sosegado de los tedios
No constas en mis sagradas escrituras
no eres el ángel prometido
que bajará a la tierra
para limpiar con ácido
el menos original de mis pecados
Eres apenas
el leitmotiv de una poesía trasnochada
la ficción concebida en un encuentro
de torsos irreales
el salmo que ahora salmodia
mi soledad beduina
mientras quema sus naves demenciales
en el último espejismo del desierto.
(de Espalda mordida por el humo)
Escribo
Escribo a cuentagotas
la poesía es la gota
que taladra mi cráneo
Escribo como puedo
y cuando puedo
haciendo acopio de palabras
que he podido salvar
de la voz que me depreda
La voz que me depreda
devora a dentelladas
mi glotis de cristal
mi lengua de ave bífida
y mi manzana de Eva
todavía olorosa a paraíso
Escribo
trepada en mi cabeza
para así ver mejor
al hombre que incendia el horizonte
con un clavel mojado en gasolina
Escribo
guardando el equilibrio
en una sola pierna
acostada en la tapa
de un gran piano de cola
mientras un gato lame
las teclas insonoras de mi cuerpo
Escribo como puedo
y cuando puedo
sentada en mis rodillas
meciendo entre mis brazos
una piedra que lacta de mi pecho
el flujo lunar de la nostalgia
Escribo a media luz
viejos tangos del ayer
Un gato de porcelana
se acaba de romper
en el cuenco entumecido de mis manos
(Inédito)