EL TIEMPO Y EL RÍO, selección de poemas
Adolfo Macías
Número revista:
5
BIOGRAFÍA DE UN INFANTE DIFUNTO
Era una isla infestada por las hadas.
Un reglamento diseñado por un filósofo
Con gorro de aviador.
Una promesa.
Un canon de belleza para árboles.
Una posibilidad.
El absoluto en las dendritas de un pez.
Una tristeza de sábado
Con colegiales malévolos y ratas en el río.
Todo o nada.
César o nada.
Rimbaud y Lennon entre las flores nocturnas.
Era yo sin mí.
Era bello y era tonto.
Soñando con la cintura de las hespérides
Cuando jalan el barco de diamante del mediodía.
Caminando entre el ataúd de mi abuelo
Y el parto de mi alma.
Era una cornisa con murciélagos
Y un pasamontañas
Para contrabandistas interplanetarios.
Un libro de Verne y otro de Kafka.
Un deseo sin fondo.
Una moneda bajo el agua.
Lo que podría ser (y tal vez fue).
Era un niño sometido a mutaciones incalculables
Y un cuento de Borges
Cuyas frases imitaban un cristal
Entre los dedos de Swedenborg.
Era lo que sueña y lo soñado.
La rosa de sal y el cuchillo en las entrañas del pez.
Era lo que fui, lo que soy.
Los ojos que despliegan una cartografía
Y los dedos que escriben
Esta página.
Este niño anciano que mira al sol
Desde el fondo de su calma,
Con su ración de muerte y sus costumbres
Que mañana serán las de un fantasma.
Era lo que será y lo que soy.
Lo que pronto seré.
Este pedazo de ninfa entre las patas de un dios salvaje.
Esta herida que canta.
Este misterio.
Esta pradera de apaches que cercenan
La lengua de un arcángel.
PLEGARIA DE LAS SALAMANDRAS
Acaricia mi alma,
Madre Eterna.
Acúname en tu seno como una nube
Y regálame la risa del idiota.
Haz de mi sangre un ramo de dalias moribundas
Para el trance.
Luego besa mi frente infantil.
Aquí estoy:
Soy un arbusto en el silencio.
Siempre fue así,
Pero hoy lo sé:
Nacemos desnudos a un grito del sol
Y la rosa
Y el terror son uno.
Por eso he deambulado tanto tiempo
Hasta escuchar susurros bajo el césped.
(Yo los escucho y los acato).
¿De verdad pensé alguna vez
Que su canción iba a salvarme?
(Yo la escucho y me someto)
Golpea con fuerza,
Padre Eterno,
Quiébrame en tus manos como una vara.
Aquí estoy.
Arráncame la voz.
Hunde en mi plexo tu espada
De metano
Y clava mis penas en el mástil más alto.
Luego siémbrame en la paz,
En el pensamiento naranja del desierto
Y mira,
Mira cómo vuelvo,
Cómo nazco de una piedra,
Mitad odio, mitad agua.
EL TIEMPO Y EL RÍO
Pierdo mi tiempo
Como se pierde una peinilla en el asiento de un taxi,
Como se pierde
Una media suelta o un tabaco.
Es demasiada cosa la vida,
Un regalo comprometedor
Dejado a la puerta
De este humilde servidor.
Salgo a caminar y lo abandono en una banca
Del parque mientras un idiota
Me sigue y grita:
¡Ey, tú, que olvidas algo!
Yo escapo entre los autos
Sin voltear a verlo,
De todas maneras:
¿Cómo abrir un regalo que no tiene
Forma o cuyo envoltorio
Son mis propios nervios?
¿Cómo devolverlo al remitente?
Un mago de la India imitó el truco de Houdini
Al sumergirse en un río,
Encadenado y con seis candados.
"Si soy capaz de hacerlo, es magia;
si no puedo abrirlo, es una tragedia".
En esta tarde lenta de mediados de mayo
Quiero recordar a Lahiri
Y nuestro común fracaso.
Encadenado, a tres metros de profundidad
En un sucio río
Me envías tu telepático amor
En una raga,
Mientras las flores respiran en el patio.
(Las flores de mi casa están al fondo del río
Donde fumo en soledad).
Así pasan los años y el conteo es hacia atrás.
Hacia la fresca tierra,
Hacia la madre primitiva,
Hacia ese otro patio donde un niño con pantalones cortos
Juega a saltar sobre su sombra inquieta
Que se agita sobre el cemento y lo desafía
A moverse antes que ella.