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el zumbido de nuestras bocas

Tamia Miranda

Número revista:

10

SEGUNDO POEMA

JUVENTUD OBRERA


Amigos, no tengo nada

no tengo una sola palabra distinta

que impresione


Estoy envuelta voluntariamente

en los chismes más vanos


que en la poesía


No tan vanos

ni tan faltos de poesía


Puedo encontrar en ellos fascinación

como una observadora frágil

que traspasa invisiblemente

las telas corneales del resto

como una recicladora de lo mundano y servible

de los deshechos de los ciegos predispuestos

a hurgar en mi bienintencionismo




Se empieza

un trueque de cheques por tiempo

(balanza mezquina de la vida)

que opina inoportuno a deshoras

como los sueldos de los necesitados

que odian

que hacen

y que son

por un reconocimiento paternal

de alguien glorificado

como el salvador de las masas (mesas vacías)

que se arrastran con su chillido

piadoso a un encarcelamiento “afortunado

por no andar libre y sin dinero

en las calles de un país


Paso del culto improvisado

expuesto y firme en convicciones ajenas

que construye fieles con sordera selectiva

en un paseo redondo

con escenarios de cartón




Paso de la familiaridad disfrazada

para flagelarme la moral,

paso de “ponerme la camiseta”

y desgastarme las suelas

de restregarme los párpados

rascarme la nuca

deshuesar las ideas

para al fin

destacar


y no hacerlo


Nos decimos

afiliémonos a otros nombres

y debámosles el pan

cobremos con culpa

los décimos fragmentados

y los feriados injustificados

que no tienen madre defensora

ni ley descuartizante

por el invasor de puestos

que se pueden reemplazar



quemémonos las pestañas

rompámonos las cervicales

por las desvanecidas mañanas libres

que debemos reponer


Trabajemos en sueños

olvidemos las horas extras

que nos debemos

unos mismos

regalemos

con un lazo

el resto de los días

que parecen no pasar


Nos dicen

Contentaos

pueblo santo

con un quiosco de comida

y vuelvan a empezar

que nadie se baraje

de ser embajador

de éste espectáculo privado


pero venguémonos con huelgas de tiempo

de la ignorancia y sus consecuencias vanas

valgamos la pena para luchar

soñemos en paz nuestra vida

no nos peguemos a la ventana como las moscas,

invisibles en ese fondo transparente de realidad

esperando el aplauso, el golpe, el estímulo innecesario


Espabilar

sin aplauso

sin golpe

y sin estímulo innecesario


Podrán ignorar

el zumbido de nuestras bocas,

irritantes notas sostenidas

envolvedoras del espacio

y el pensamiento

donde los grandes peces

se zambullen y regodean



Podrán pasar

del respeto del tiempo

de las somatizaciones corporales

de la competitividad nimia

y del aguante

que nos atrapa


moscas hambrientas

de reconocimiento


Podrán ponernos en el primer lugar

entre miles de lugares

por día

por mes

por año

por toda una vida

darnos aprecio temporal

y aplausos derretidos

en el beneficio propio

Podrán querernos,

ver nuestro cabello crecer

perder peso

ganar grasa

ser otros

y nunca vernos llorar

porque

en su tiempo

se trabaja


Renunciemos mañana

sin tener un respaldo laboral

decidamos cosas disparatadas

prioricemos la irracionalidad

angustiémonos por todo

y enfrentémoslo


mil disculpas

por la avería repentina

de sus lecturas






DADDY ISSUES

(Las fronteras de mi padre)


Tal vez a los 5 años

tal vez a los 6

lo veía jalando el cuerpito de mi madre

todo bonito

en el suelo

golpeado

echado contra la pared


Andábamos de la mano hace unos 18 años

y parábamos en la panadería esquinera

cerca de la escuela de monjas

retirábamos el pedazo de pastel

                                                           de lo que había

en una funda lo ponía y me lo llevaba al salón

En ese entonces y ahora

me sudaba la mano

me preocupaba la incomodidad de la suya

me limpiaba la manito en la falda,

en el pantalón o la camiseta

o cambiaba de mano para dejarlo respirar


A los 8 ó 9 años

nos dijo a mí y a mi hermano

que venía con una amiga

a trabajar en el cuarto

donde dormían él y mi madre

nos dijo que no dijéramos nada

que íbamos a hacer ruido

                                   no podíamos pasar

Le dije que podían trabajar en la sala

y que podíamos jugar


pegué mi orejita a la puerta

escuché nada

nada más que un recuerdo


Salieron y ella se despidió

besándome en la mejilla

con sus labios húmedos

y su rostro ahora confundible


Nunca pude desayunar de lunes a viernes

no podía pasarme la comida

tenía muchas ganas de vomitar

venía la buseta

me gritaban que comiera

y yo salía despavorida

confusa y sin comer


En uno de esos días discutían

y él

la agarró del cuello

hasta tenerla debajo de su pierna

en la sala acontecieron 3 puñetazos

en la cara de mi madre

puedo escuchar

"y dejas que tu hija vea ésto"

                                                     Se fue

Me quedé con ella

viendo su muñeca lastimada

no recuerdo más


Una noche en nuestro cuarto/escondite

escuchamos que algo retumbó en el suelo

era su cuerpito echado boca abajo

sin poderse parar

con su manito en la espalda

gritando

"no me toques"


lloramos

miramos

intentamos ayudar

no avanzamos

Él

nos puso una película

en la computadora con PC y DVD


Otra noche

en la sala

veía el reflejo desde la ventana

estaban gritando otra vez

uno frente al otro

me dirigí al vientre de mi madre

y me transformé en un chivo expiatorio

en un escudero permanente y servicial

y las palabras de él

                     "anda a llorar a otro lado"

me golpearon

hasta yo sabía que había sido cruel

por las películas joligudenses

en donde se habla y se escucha

y se pide perdón

mierda cinematográfica

que engaña niños


A los 9

llamó a un camión

y se llevó

la cocina

la lavadora

la cama

la tele

los sillones

Se fue

de forma impulsiva

queriendo regresar

queriendo no volver

Dejó

el gato

mi cama

la cama de mi hermano

la computadora con PC y DVD

el techo

las ventanas

las puertas

el baño

y

a nosotros


Estaba parada junto a mi hermano

en la puerta de nuestro cuarto

agarrada a mi gato

viendo desvanecerse

la estructura interna

de una vida familiar


No gritamos

No luchamos

miramos

no avanzamos


A los 11 nos dejamos de hablar

no venía cada 15 días

ni dormía conmigo

cuando tenía fiebre

ni me enseñaba las tablas de multiplicar

ni me defendía de la depresión de mi madre

ni de sus gritos

ni de su carga

ni de su culpa

ni de su amor


A los 21 lo vi

lo abracé

casi lloré

conocí a mis hermanos

a su esposa

y su hogar,

su familia


conozco cada día

a mi desconocido

que un día me sostuvo

de la mano

y me llevó al primer día del tercer año

ese que me sostenía la frente

para que no llorara

cuando no podía sumar

el que cantaba

"es ligero equipaje

y no tan largo el viaje"

y fingía que tocaba la guitarra


Conozco cada día a mi desconocido

siempre desde su frontera

sin terminarlo nunca

de integrar


Conozco cada día a mi desconocido

siempre desde mi frontera

desde el no olvido

y el perdón

que nunca me pidió

Ahora es un desconocido compartido

un desconocido ajeno

le pertenece a otros niños


Ya no a los que dejó

en el departamento del último piso

con sus ventanas y sus puertas

y esos niños





Tamia Miranda (Ibarra, Ecuador, 1997)

Poeta y Psicóloga Clínica, fiel creyente del poder de la palabra. Es coautora del poemario Escribidores de ripios líquidos, involuntarios y descarados. Antología de las seis pe eme. Actualmente vive en Ambato (Ecuador).

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