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Mi perro no lee mis poemas

Sara Montaño Escobar

Número revista:

10

Hueso III


Mi perro es una mancha

en este poema.

Un origami que se transforma

en perro lagarto

perro niño

perro padre

perro curita

                            para la herida.

Un perro es una piedra

que construye el hogar

después de la huida.

Un perro es una amapola

que arrancamos

con nuestras manos sucias

para creer en la belleza.

Un perro dice guau

con la misma fuerza

que nosotros decimos

el lenguaje solo es una muralla que nos atraviesa

como la noche.

Un perro es una mancha

que limpiamos

con nuestros dedos manchados

                                                        de trauma.

Un perro no es una palabra.

                                                        No es lenguaje.

Es otra forma de decir

necesito salvar la infancia

en tu cuerpo perfumado de inocencia.

Mi perro es una mancha en este poema.

Ahora te borro, Matías.

Te dejo ser libre.

Como un dios que solo puede existir

cuando no lo nombramos

en nuestras oraciones.





Hueso XV


Mamá no entiende que, aunque soy más joven que ella,

mi cuerpo es un cementerio de sueños

que han envejecido mi pequeña alma.

Mamá no entiende que cuando se queja de cansancio

yo me quejo de soledad, de ausencia y de mentira.

Mamá no entiende que hace tiempo deduje

que no todos agradecen el milagro de la vida.

Mamá no entiende que no solo los perros envejecen

de manera prematura.





Hueso XXIV


Debo confesar

que era escribir sobre mi perro

o escribir sobre mi padre.

No dudé ni un segundo

cuando mi padre me preguntó

si la poesía no me daba dinero,

ni siquiera un trabajo,

¿por qué seguía escribiendo?

¿por qué al menos no escribía

sobre algo realmente bueno

                                                     en mi vida?

Esta es mi manera de responderle.





Hueso XXXVI

Muerdo mis labios con la misma fuerza que mi perro muerde un hueso.

Escarbo dentro de mi cabeza el florecimiento de la primera herida.

Escarbo dentro de mi piel el motivo del odio.

Él muerde su piel herida de pulgas.

Él imita el rito salvaje de mi amor caníbal.





Hueso XLI


Ahora que mi perro ha envejecido

lo imagino como un viejo sabio

que después de comer con las manos

toma una flor blanca

y dice

vivir es desgarrarse la vestidura

y quitarse el disfraz de la belleza.

Solo así podemos pertenecernos.

Desde luego, después caga

delante de quienes lo amamos,

pide una caricia

y se queda dormido





Sara Montaño Escobar (Loja, Ecuador, 1989).

Licenciada en psicología general. Becada en la maestría de literatura por la Universidad Andina Simón Bolívar. Ha publicado los poemarios: Enseñanzas (Liberoamérica, Argentina, 2019), Conversaciones nocturnas con la sombra de mi madre (Perniciosa editorial, Argentina, 2019), La Impúdica Humanidad de lo Sagrado (Casa de la Cultura de Loja, Ecuador, 2021) y Mi perro no lee mis poemas (Convocatoria Casa Editorial de Cuenca, Ecuador, 2022). Ha ganado las menciones de honor del Concurso Nacional Ileana Espinel Cedeño (2019 y 2021), segundo premio de poesía del Concurso internacional Carlos Giménez (España, 2021) y uno de los premios de poesía de Casa Editorial de la Municipalidad de Cuenca (Ecuador, 2021). Sus poemas se han publicado en revistas digitales entre las que destacan Poémame, New York Poetry Review, Círculo de poesía, El Humo, Digo palabra, entre otras. En el ámbito cultural, fue seleccionada como una de las ganadoras en la Escuela del Festival de Artes Vivas (Instituto de Fomento a la Creatividad y a la Innovación, IFCI, 2021) y fue seleccionada como una de las ganadoras de la residencia en línea Atelier Poético (Organización de Estados Iberoamericanos, 2021). Es redactora de la organización La Ninfa Eco. Realiza de manera independiente talleres de escritura terapéutica y creativa. Es coordinadora de la Editorial Unicornias.

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