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Piensa que hay algo que resuena

Santiago Vizcaíno

Número revista:

3

A Valeria Guzmán


Marejada


Algo me dice que leerás esto a 4200 msnm,

cuando tu llanto viaje a 240 km/h

y se estrelle sobre el vientre de la noche.

Pero no hay dolor más embustero que este.

¿No crees que estamos exagerando?

No hay dolor más embustero que este.

Porque cuando te adentres en el smog,

ya no sentirás el vacío.

Y habrá alguien que te quiera y sienta rabia de su próxima soledad.

Si lees esto sobre la tierra fértil de alguna muchedumbre,

piensa que lo nuestro sigue palpitando como un corazón en llamas,

como un perro rabioso,

como un gato extraviado.

Piensa que hay algo que resuena:

el tropel del deseo alimentándose de la ausencia.

Y si lees esto sobre la cama fría de un hospital, 

cada vez que respires 

no te olvides de mi soplo bajo tu pelo,

no te olvides de mi boca temblorosa. 

Cuando la ciudad se ilumine como un campo de luciérnagas, 

habrá otra luz,

a miles de kilómetros, 

condenada.

No me vayas a dejar colgado de otro abismo, 

o perdido,

como la cabeza de un alfiler en un cementerio de alfileres.

La buena noticia es que esto no se acaba, 

que es una tregua, 

un insoportable momento en que imagino tu cara a 4200 msnm 

mientras el avión es una bala hacia el pasado.

Aun así, oirás una ciudad en la que llueve.

Y las gotas caerán como tórtolas muertas sobre la acera.

Ya somos dos los que no podemos tragar la desdicha de lo inevitable.

Si lees esto en la primera mañana

en que un ruiseñor te cante,

volverás al recuerdo de mis ojos dormidos

o mi espalda fría en el aquel páramo.

La buena noticia es que esto no se acaba.

Si lees esto

y tienes pocas ganas de irte,

y tienes la fiebre del cuerpo después del sexo,

no te olvides de este amor exagerado,

no te olvides de este amor exagerado.





Presencia


Salta tu voz hacia el vacío. 

Se vuelve risa. 

Tu voz vuelta risa hace piruetas 

mientras cae. 

Discutes.

Hablas del lenguaje 

como si el lenguaje corriera algún riesgo.

La lengua tiembla en el aire 

y se esparce.

Dos palabras quedan 

como hilos de humo. 





Aguachile


En Las Ánimas las olas aterrizan

como mariposas blancas recién nacidas. 

Las rocas han sido cegadas por el agua.

Y la muerte es hermosa y rápida como una lancha. 

Tu cuerpo se sumerge como flor de piel

mientras el mar embravecido arrastra a un pelícano.

Entonces bebo la dicha de las palmeras y la arena. 

Tu cuerpo se pliega,

se torna un pétalo que flota.

Regresas. 

Almorzamos pulpo y pescado. 


Puerto Vallarta, 2018





Celo


En este goce no todo es luz, 

lengua que se atropella sobre el otro. 


Hay días, 

hay momentos, 

en que toda sombra es un estorbo, 

todo resquicio me perturba. 


Pero si nada quedara entre dientes, 

sobre la memoria transida de otros tiempos, 

aun en la copa última del árbol del pasado, 

este tropel no tendría sentido. 


Vago rumor de celo el que me ciega. 

Torpe decir el que encumbro como razón. 





Danza


Todo lo que hace el cuerpo, 

incluso vaciar en el aire una copa de sangre, 

diluir la sal sobre la palidez de tu mano, 

ocupar el territorio de la carne cuando ríes, 

es un reflejo; 

aunque quisiera decirlo de otro modo:

doble faz de la presencia, 

pico abierto de un pájaro dormido, 

nieve disoluta, 

animales en huida, 

deseo sin boca que cae hasta vaciarse, 

penetración del sol en la serpiente.

Aun cuando lo dijera, 

que es aquello que baila entre la niebla,

es todo lo que hace el cuerpo.  

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