Poemas como escaramuzas y espejos extraviados
Jorge Aguilar
Número revista:
7
Es extraño. Toda la realidad, en su manto de espesa ciudad,
se presenta como una hiena lista para el arrullo.
La selva, de la que volví dejando jirones de hígado y espanto,
me susurra una tormenta en el vientre.
La cerveza,
de repente,
adquiere una tonalidad de venas aburridas
en tugurios donde reposa la abulia.
Toda la realidad se desviste frente a mis pupilas.
Y no puedo llorar.
Los labios quieren insultar
pero su beso arranca el barro
que se esconde en las estrías
de neumáticos somnolientos.
Toda esta sucesión de engranajes y perlas. Toda la carretera hablando de extraviados y calaveras felices.
Es pérfida toda esta realidad.
Uno escribiendo,
mientras el mundo se hace un seppuku
a la velocidad del orgasmo de una libélula.
A la velocidad del parpadeo de un centinela extraviado.
Rara, inabarcable la realidad...
La música, hermano caótico, es un viaje con cuchillas como sendero.
Invocación del dios más iracundo que tu alma ha engendrado.
Una flor olvidando su nombre después de haber devorado el último desierto.
La música es la mordida de una serpiente hacia su propia cola.
Es la salvación y la destrucción.
La vida dentro de un lago infernal.
Poesía absurda.
Cinematografía del frío y la otredad.
Imágenes lamidas por una lengua de celuloide.
Este es el camino, esta es la hoja de acero que ha de reflejar tus visiones y tus laberintos.
24 cuchilladas por segundo.
PALABRAS ARROJADAS AL FUEGO
COMUNIÓN. El fuego y sus condenados. Vino en llamas arrasando las galerías de la memoria. CRUZ. La historia perdida de una tierra no inventada. NIÑO. El rostro de la playa añejando en sus costillas travesuras apocalípticas. HIJO. El alimento de los dioses. Guía profunda en el cáliz donde habitan los que anhelan despertar. FLOR. Barro que centellea. Forma de la lengua emigrando al dolor. LEGADO. Ácido bendito. El rostro que nos recibe en la pesadilla y el grito que nos tatúa la vigilia. NOCHE. Guarida de los presagios. Canto luminoso alrededor de sangres antiguas. FARO. Tu cuerpo erigiendo la savia de las canciones. CANTO. Procesión del héroe hacia la hoguera. AQUELARRE. 4 formas en la electricidad de voces y pájaros dementes. SANGRE. La cadena que abraza a la noche. Río de constelaciones y tumultos. ARTE. Madriguera de los animales impuros. Ombligo de La Nada. CAMINO. El fuego por el que han de despertar los cuerpos. Señal de que el mundo aún no ha muerto.
LA DEVASTACIÓN CAMUFLADA EN LA PALABRA AMOR
No estamos forjados para el amor.
Para la tormenta en la uva
estamos destinados…
Su canción de pelajes extranjeros
y la tinta que derrama
la flor macilenta.
Dirás que para descifrar diluvios fuimos inventados. Para crepitar bajo la inocencia de incendios y sobrevivir a la persecución del mar. Dejemos que afuera de la música los gusanos griten la nueva versión de la carroña.
No estamos listos, como especie,
para el amor.
Inaccesible canción,
nuez atiborrada de preguntas.
Sé que me reprocharás la oscura senda que ha seguido su melodía.
-Concierto acompasado al torrente
de tus corazones-.
Diré en mi defensa.
Salvaje ritmo Durazno vestido de gala
Electricidad rojiza La sangre que duerme
cantando
Canciones con deidades tatuadasDuendes eclipsados
Diluvios con pasajeras invisiblesBorrón de la cinta magnética
No estamos lo suficientemente inmunizados
contra el amor.
Sacarás a colación la brutal corrupción de los corazones mutilados sobre la marcha, corazones trasvasados por la devastación.
Desesperado, afilando los frutos
sobre el cadalso de tus carcajadas,
silbaré una melodía suicida.
Ven, cantemos la canción del espanto,
amada mía.
Y dejemos que la devastación
se acomode para retratarnos.
Creo en el caos, en el espíritu
y en la devastación de la especie.
¡¡¡Esos serán los acordes
que blandiremos en presencia
de las cabezas cantoras!!!
No somos tan despiadados
como para inventar el amor.
¡Ni tenemos corrompidos los labios
como para dedicarle una canción absurda!
En definitiva, no estamos preparados,
como especie,
para la implacable transformación
que depara el amor.