Polvo para morder
Jorge Boccanera
Número revista:
4
ESA FOTOGRAFÍA QUE NOS SACAMOS UNA VEZ
Me molestaban
los ojos de los vagabundos desde los árboles vecinos,
ese enorme sombrero
y los ruidos del tren carguero de las doce,
cada vez que hacíamos el amor debajo de los puentes.
Después,
yo me quitaba el barro de las botas
y regresaba alegre a mi fagot,
mientras tu voz tatuada por mis besos
volvía a los sustantivos de costumbre.
Y te olvidabas pronto del color de mi ojos y pronto me curaba del filo de tu piel.
Y vuelta al juego de encontrarnos
quizá en un bar entre Perú y Defensa,
o en la vieja recova,
si era domingo en plaza San Martín.
Y otra vez tus labios despintados
alimentando pájaros ocultos
en los trapos más negros de mi barba.
Después,
pasó el otoño con el café barato tu pequeña canción,
vino acaso la guerra, volví a los compañeros
la distancia de a poco lo fue cubriendo todo, como
un lento derrumbe de cartas amarillas que no llegaron
nunca.
Y un nuevo jet cruzó todo el espacio,
una ciudad pasó a llamarse Ho,
se agudizó la histeria del fascismo,
nadie habló del otoño durante doce meses,
y cada vez que pasa un tren carguero, suena esa melodía
“La gradisca si sposa e se ne va”.
Y ya nadie se ama debajo de los puentes
donde los vagabundos crecen en número y silencio.
(de Música de Fagot y piernas de victoria, 1979)
LÍMITES
Mi pueblo
limita al norte con Bolivia y Paraguay,
al este con Brasil, el océano Atlántico y Uruguay.
al oeste con Chile.
y Luisa,
se pudre en una celda de dos metros por uno.
(de Poemas del tamaño de una naranja, 2979)
POLVO PARA MORDER (Fragmentos)
La poesía no debe conocer otro lujo que aquel
que traduce su miseria, no debe conocer
otro lujo que el lujo del polvo
Alain Sicard
I
A veces la palabra
como una copa rota donde morder el polvo, y otras veces un agua
de alumbrar.
Asomada a los cielos, la palabra
es un tambor de polvo deshecho al primer golpe.
Remando en el infierno, la palabra
es un agua posible sobre un manto de cólera.
Entonces, la palabra,
¿polvo para morder en la oscuridad?
¿agua para alumbrar este cuerpo callado?
III
Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
o hasta que santodios abra los brazos de escándalo
bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente que aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no de más hasta que pida más
hasta que cante.
IV
Y la ceguera que es penumbra y cárcel,
Y la vejez, aurora de la muerte,
Y la fama, que no merece nadie,
Y el ámbito de urdir endecasílabos.
Jorge Luis Borges
Vara blanca del ciego
con que el ciego aguijonea la oscuridad.
Vara blanca del ciego en un aire callado
donde la oscuridad abre sus uñas,
enfurece sus polvos,
hierve sus aceites.
Y es el silencio ciénaga donde el ciego se hunde
irremediablemente,
la vara sin un gesto.
¿Quién velará por él?
Sólo la palabra lo tomará del brazo.
Solamente el poema le hará cruzar la calle.
(de Polvo para moder, 1986)
AVENTURAS
Sordomuda,
vivimos maniatados espalda con espalda
y alguien rasga la tienda donde estás prisionera:
lengüita azul no vayas a llorar
afuera los caballos resoplan intranquilos
y hay varios centinelas para una sola piedra.
Remo de mi canoa, mensajera, tu lengua brilla
junto al fuego cuando estamos espalda con espalda.
No vayas a hacer ruido,
hay jirones de tedio en los arbustos,
cantimploras vacías.
Loca de amordazada, emperrada, cautiva,
hay clavos oxidados en tu lengua, hay soldados de plomo.
Los he visto acampar y procurarse leña,
he visto sus cabeza rapadas, sus uniformes sucios.
Cada noche soñamos que un caballo de vidrio
muerde las ataduras,
pero amanece y vamos espalda con espalda.
(de Sordomuda, 1991)
CUCHARA
Nace del verbo dar,
como si el corazón tuviera mango.
Está hecha de lo que le falta.
Nunca se guarda nada para sí.
Podría medir el mundo, acunarlo, transportar
su misterio, sus campanarios de agua de una orilla
a la otra.
Más a mano que Dios.
Más humana que un perro.
(de Bestias en un hotel de paso, 2001)
AFANES DEL POETA
a Oscar Hahn
Paso el peine,
quito las hojas secas, lo ampuloso,
el oropel y el loro,
los piojos del decir.
¿Me salvé por un pelo?
¿Hubo un pelo en la sopa?
Otra vez paso el peine, es un peine muy fino,
quito la carambada,
las enumeraciones de la trenza, lo brumoso
y sus rulos.
De nuevo paso el peine,
saco el abrojo y el aceite rancio,
el comején,
el troppo ma non troppo.
Por las palabras, por los sueños
paso una vez, paso otra vez el peine.
Busco lo despojado, ese vislumbre,
lo desguarnecido.
Otra vez paso el peine
por la cabeza calva de la vida.
(de Monólogo del necio, 2015 )
MONÓLOGO DEL NECIO
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
(de Monólogo del necio, 2015 )