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Tres poemas de 'El viejo'

Maite Martí Vallejo

Número revista:

7

El pañuelo


Yo no quería nada de esa señora. Pese a su nombre tan complicado: Gloria Eliza van Aerssen Beijeren van Voshol. El viejo cree que me iba a gustar porque es Givenchy. Pero está descolorido y apesta a Sauvage. La fragancia del hombre, Jack Sparrow castigado por el sol, entre lobos y búfalos. Una imagen terrible acaba pagando el precio que otra más normal no quiere pagar. Un regalo regalado, regalar un regalo, regifting. Qué retorcida puede ser la gente que nada consigue por ordinario.


El viejo cree que si se unge será más digno de adorarme. Se apoya en la misma razón que contribuye a preparar la crisis. Agua fría sobre la cabeza porque el sexo también vuelve estúpidas a las mujeres. Quizá Gloria tuviera un bolso a juego. Para que no falte nada que no sea necesario. Su padre era un barón de origen holandés que en sus horas libres tocaba el violín. Se supone que esto tiene que doler. Los cirujanos renacentistas, los regaladores y los regalados. ¿Quién tiene derecho a estar más ofendido y qué pasa cuando nos hacemos una pregunta tan difícil y sabemos responderla? 


Íbamos a tener una vida genial.

Lo mínimo que puedo hacer es agradecérselo. Una vez y otra y otra y otra.

Ninguno de los graves errores antiguos importa si llega la gloria, como personificación, diciendo que sí, en su sentido más amplio y en favor de cosas como caminar y estar nuevamente de pie.


Casi al final, me lamento. Porque hay más agua que tierra. Es un deseo que no se cumple. Pues el cumplimiento de ese deseo implica una forma de narración que no voy a compartir voluntariamente. Recrea el momento amoroso del alba, proyectando su fe y sintiendo como una salvación pasar del presente.





Chiste nº6. Del seductor de Tomelloso. No es una fábula masónica.

‘El fantasma de las bragas rotas’


Mejor rotas que sucias. Nunca las llevaba blancas. Por eso el blanco no es un color y el albayalde 

también es conocido como orín de plomo. No le preocupaba el orín, sí la falta de resuello. El fantasma, básicamente, empieza a dar señales, se pinta las venas azules. Es el enemigo quien se ha ido borrando hasta revelar el color que llevaremos todas. 


“El inglés se ríe del francés , pero cuando entra y escucha “soy el fantasma de las bragas rooooootas” se asusta y se escapa corriendo”. 

¿No hay alternativa? “También en Europa las mujeres se colocaban en los entierros grandes paños que les cubrían la cabeza y el tronco”.


Sigo hablando de bragas. Impresiona poder volver a la vida en cantidades tan grandes. Leche, harina, manteca, moho, yeso, lana, pan, ceniza, nieve, azúcar, cal, sebo, tiza, nácar y titanio. La sangre es un obstáculo pequeño, ¿de qué color es la ropa que cubre la cama de un enfermo grave? Da igual si está menos grave. Mejor rota que sucia.





Una aventura en la noche del horror


No entraré en profundidad por si alguien se asusta. Porque somos personas. Sin diéresis. Y nada indica que debamos pronunciarnos. No podemos alargar los labios y separar el diptongo con una gubia. Se requieren instrumentos que seccionen el tejido por atrición. La ambigüedad reina y la lingüística se llama forzosamente de otro modo.

El viejo me pregunta si estoy muy guapa y su pregunta, aunque tiene la claridad de la vida, está tan extrañamente ligada a la muerte que usa las metáforas de la muerte para el ardor luego de comer.


Como en casi todos los guiones yo rehusé hasta que sucumbí. Se sucumbe ante la fortaleza porque es cristiana o es militar. Su lema reza: “El mejor codillo de Düsseldorf, esa vibrante ciudad a orillas del Rin”.


Utilizar la carnaza en lugar de la verdad solo sirve para mantener 

al asesino entre nosotros.



*Poemario en construcción

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