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Reseña libro

Cazadoras de la noche de Luz Abreu

Diana Torres

Número revista:

5

There are many more languages than we think: and man betrays himself more often than he desires. How things speak!

Pierre Klossowski



Cazadoras de la noche es un (paréntesis) al estupor que escruta a sus lectores y los invita a conversar en el vacío existente entre confesión y confesión. Entre el lenguaje de Luz Abreu y el idioma de Pamela Suasti. Significante y significado amalgamados en un todo. Luz Abreu es una pieza clave, contemporánea, en la construcción del puente entre lo que hemos nombrado como literatura del caribe y todo lo que esta calla —islas flotando en un lenguaje que grita por independencia—, y es precisamente en este callar donde Abreu se cuestiona la idea de silencio —¿se está en silencio cuando se calla?


Luz nos muestra la nube que se asoma en los bordes de las fotografías viejas, la nube que anunciaba una lluvia torrencial pero que todos evitan observar. Sus cuentos retratan la muerte con nimiedad. Es tan solo un acto circunstancial. Lo que importa en realidad son las luciérnagas que se elevan buscando su libertad a través de la noche. En ‘Estrella láctea’ el agua es el símbolo de un apego natural sin pasado ni futuro. El mismo símbolo atraviesa a ‘El hombre raro’ y su necesidad de libertad, la única que es posible conseguir a través del engaño de los sentidos.


Nos encontramos con amantes, hombres y mujeres que buscan grietas en donde desahogarse sin culpa. Sin el castigo externo y debilidad de la consciencia que, por el clima, se ha enmohecido. Luz nos presenta en una mano el dolor humano y, en la otra, el dolor animal, aquel dolor natural y coyuntural en donde el humor sardónico se cuela como mullos pequeños en el desequilibrio de Perestroika, un perro que al ladrar “rompe su equilibrio”.


Un equilibrio que no existe, que ha sido suplantado por la pregunta: ¿no es una lástima que el vacío no posea oídos? Una broma, una lástima; un color, una lástima; un ruido, no un sonido, una lástima que salta sobre la punta de unos pies que no posee pero que desea. Las cazadoras de esta noche particular se contemplan en su propia ausencia. En ‘Los países hablan’ el silencio rompe los tejidos liminales: “sabían que la ausencia no merma el amor”. No, no lo hace, las implicaciones son meros supuestos en un mundo donde el lenguaje es bipartito.


Cazadoras de la noche sabe a República Dominicana, a Puerto Rico, a Martinica, a Haití, a Anguila, a Las mil y una noches si se quiere ser precisa. Cazadoras de la noche es la voz de una y de todas. Es el parloteo que derrama confesiones y que no conoce de fronteras verbales. Acompaña el lenguaje de Pamela Suasti, la ilustración, las pausas, puntos y comas de una narrativa que se precipita al abismo: la piel de estas emociones. Las ilustraciones son obras que nacen de la naturaleza muerta. Son hilos, retazos que, al igual que el texto, permiten que el silencio se abra camino y corra sobre la piel del lector. Pamela S. nos permite observar, respirar una nube, escalar la columna de una hoja o balancearnos con un eucalipto que bien podría ser el mar en el que nos ahogamos sobre tierra firme.


Cazadoras de la noche es el sendero por el cual todos transitamos, rodeados de miedo y necesidad de libertad o apego. Es el balafón roto que tratamos de ocultar mientras nos aferramos, con uñas, sudor, lágrimas y, quizás, hasta amor, a un sonido quebrado que de una u otra forma aún nos representa.

Libro reseñado: Luz Abreu, Cazadoras de la noche. Eufonía, Ecuador, 2020.

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