Reseña libro
El espacio posible de la palabra: aproximación a 'Elogio del riesgo', de Anne Dufourmantelle
Alejandro Burbano
Número revista:
10
Allí donde no se puede estar por fuera del lenguaje, solo queda hacerle trampas.
Alexandra Kohan
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“¿Habrá una vida fuera de la literatura?”, se pregunta Anne Dufourmantelle en una de las páginas de Elogio del riesgo (Buenos Aires, 2019); todas las entradas del libro, a pesar de estar dedicadas al riesgo, se acercan a esta pregunta. Creo entrever cómo riesgo y literatura están juntos: tomar el riesgo de la escritura, de la lectura, de los efectos que esta produce en el cuerpo y el psiquismo. La escritura de Doufermantelle se ubica del lado de la incertidumbre, no de la certeza, de la constante interrogación; es ahí donde radica su potencia.
El libro está compuesto de pequeños ensayos, puntuaciones que se despliegan en el horizonte de la escritura. De repente, surgen pequeñas voces, susurros: historias de análisis. La función de estas voces no es de enseñanza, ni intentos de psicologización, son voces del espacio de análisis que parecen ser confesiones de la analista y del analizante: miedos, errores, intentos de crear otro espacio en el dolor con las palabras y el silencio. De hacer algo con las migajas del analizante, crear otro sentido, hacer aparecer un pasaje en el obstáculo.
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Barbara Cassin (2004) escribe en el Dictionary of Untranslatables (New Jersey, 2014) que, si nos remontamos a la etimología de pasión en latín, nos remite a “sufrir, soportar, resignarse ante…” (p. 785). También significa pasividad, en tanto encuentro con el otro. Es de esta manera que Dufourmantelle ubica a la sustancia misma del riesgo: la pasión, que no es posesión del otro, sino “adherir a un movimiento que nos despoja y nos revela a la vez” (2019, p. 35). Dejarse llevar por la pasión es también perder los puntos de referencia del mundo, esos que nos ubican e, ilusoriamente, nos hacen creer lo que creemos. La pasión es angustia, sí, porque no es posible la intensidad sin riesgo.
Dufourmantelle cuestiona en su escritura el amor sin sufrimiento, sin mancha con el otro, límpido, con “responsabilidad afectiva” y lejano de lo tóxico. Alejar las dependencias, del otro o de lo que nos magnetiza, es también alejar eso que alguna vez nos sostuvo, y nos sigue sosteniendo, que otro venga y con sus palabras y caricias nos ayude a soportar el mundo. La propuesta de la autora es distinta: una amistad con nuestras dependencias, un pacto secreto que nos permita tener un lugar para nosotros. Dejarlas crecer, como cuando dejamos crecer el pasto para que el suelo se proteja del sol tremendo. ¿Por qué alejar la dependencia de nosotros? ¿Por qué no optar por “inventar eras de micro-dependencia, pequeñísimos paisajes de muy violentos apegos, con algunas burbujas alrededor, tan ligeras como alas de libélulas?” (2019, p. 23).
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Operando en secreto, la variación nos aleja de la trama principal, de la trama de la neurosis, del camino contado generación tras generación del mito familiar. Es un estiramiento del tiempo, dar vueltas sobre lo mismo pero con otro tono: “Pues la repetición neurótica es aquello que se presenta (en tu vida) bajo un disfraz siempre distinto y que, en realidad, obedece a un solo guión [sic] retomando indefinidamente el mismo patrón” (Dufourmantelle, 2019, pp. 164-5). Dejarse llevar por la variación[1] es también arriesgarse a que haya otros caminos, otra línea de lectura, como escribió Tamara Kamenszain.
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El análisis es un espacio donde lo único que está garantizado es que alguien escuchará. La palabra como bálsamo, tener fe en que la palabra podrá aliviar, pero no siempre. A partir de la palabra del analista, se crean abismos que abren sentidos. Como si fuéramos hechos de arcilla, hemos sido moldeados por nuestra propia profecía íntima, de algo que vendrá, de una verdad a la que no se tiene acceso, en la que el sueño juega con esta verdad y hace “imágenes a partir de jirones y fragmentos” (Dufourmantelle, 2019, p.179). Elogio del riesgo es también un elogio del análisis, una defensa a la posibilidad de hablar todo lo que se nos pase por la cabeza. De sentir todo lo que pasa por el cuerpo, todo lo que se escribe por los cuerpos. Porque el trabajo en análisis abre paso a “desoldar los miedos” (Dufourmantelle, 2019, p.118), hacerlos pedacitos, para asombrarse y, al mismo tiempo, horrorizarse. Y el riesgo de estar en análisis reside en el derrumbe: “poco a poco verá cómo se derrumban los apoyos[2] que creía seguros y cómo la seguridad deja lugar a la duda, al vértigo” (Dufourmantelle, 2019, p. 118). Pero la pérdida mueve la maquinaria del deseo para intentar otra vez, porque lo que permite la vida es el vacío y la falta.
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A lo largo del libro, Dufourmantelle intenta escribir el lenguaje del cuerpo: el deseo que se escribe continuamente, no solo en los libros, sino en “todo aquello que de esta manera es puente entre los vivos y los muertos” (2019, p. 188). Lo que genera registros, huellas, marcas. El riesgo reside en “quitarnos el lastre de nuestros propios puntos de referencia, en entrar en inconformidad con nosotros mismos” (2019, p. 61). Arriesgarse a la escritura es ir contra la “extrañeza del mundo, la escritura inventa un lenguaje para traducir lo intraducible, para hacer oír lo innombrable e inscribir en él una forma nueva” (2019, p. 195). Elogio del riesgo no es una guía o suerte de manual para vivir sin sufrimiento, todo lo contrario: abre un espacio con el sufrimiento.
[1] Encuentro una nota escrita por Elizabeth Roudinesco acerca de la muerte de Anne Dufourmantelle. Leo un poco acerca del lugar en donde murió. Es una playa en el mediterraneo. Le pregunté a un amigo que ha estado ahí cómo era. “Tranquila”, me dice. “Siempre hay alguien cuidando de los bañistas por si la marea se pone brava. No te imaginas que alguien se pudo haber muerto”. Resulta tonto que algo así pase, una muerte en la que pareciera que no cabe la muerte.
[2] Otra notita de una paciente: Dufourmantelle le había ayudado con su depresión. Ella no puede creer que haya muerto. Le escribe una carta y va a verla a su consultorio en París, en la rue Guisarde. Sube hasta el quinto piso de un edificio sin ascensor, mira por el agujero de la llave: el sillón verde en el que solía sentarse sigue ahí. Desliza la carta por debajo de la puerta.
Referencias
Cassin, B. (2004). Dictionary of Untranslatables. Princeton University Press.
Dufourmantelle, A. (2019). Elogio del riesgo. Nocturna editora/ Paradiso editores.
Kamenszain, T. (2015). El libro de los divanes. En T. Kamenszain, La novela de la poesía. Adriana Hidalgo.
Alejandro Burbano (Quito, Ecuador, 1994)
Profesor de primaria y psicólogo clínico.
Anne Dufourmantelle (París, Francia, 1964)
Fue una filósofa y psicoanalista francesa nacida el 20 de marzo de 1964 en París. Practicó el psicoanálisis y fue miembro de distintas escuelas de pensamiento psicoanalíticas como el Le Cercle Freudian en París y la asociación Après-Coup en Nueva York. Publicó ensayos, novelas, relatos clínicos y libros en colaboración con otros filósofos como Jacques Derrida y Antonio Negri. Anne Dufourmantelle murió el 21 de julio de 2017 en Ramatuelle, Francia.