Reseña libro
Ladridos lejanos: Cuentos canófilos
Cecilia Dávila
Número revista:
7
Aleksandr Kuprín es uno de los maestros de la narrativa breve rusa, aunque su obra haya sido opacada por la Generación de Oro, es decir, Pushkin, Gogól, Dostoievski y Tolstói. En los últimos años, algunas editoriales españolas recuperaron obras como El duelo (2011), Sulamita (2012), La estrella de Salomón (2015), El brazalete de diamantes (2020) y finalmente, a finales de 2020, Poklonka publicó Ladridos lejanos.
La obra de Kuprín además de ser muy original se ocupa de temas muy variados, por ejemplo, en Sulamita habla de un tema bíblico, La estrella de Salomón es una novela fáustica y El brazalete de diamantes es un relato más bien de corte sentimental. En de palabras una de las editoras de Poklonka, Irina Luna, Ladridos lejanos es un conjunto de cuentos «canófilos».
El lector se encuentra ante un libro único, esta es la primera vez que se reúnen en un solo tomo los cuentos que Kuprín le dedicó a los canes. En Ladridos lejanos podemos encontrar ocho relatos: ‘Pensamientos de Sapsán XXVI’, ‘Ralf’, ‘La felicidad de los perros’, ‘Barry’, ‘Saviraika’, ‘Barbos y Zulka, ‘El caniche blanco’. Para Kuprín el perro es una metáfora del bien, por eso en cada cuento resalta alguna de las cualidades caninas, la fidelidad, el amor, la compasión, el servicio a los demás, el respeto, etcétera. Siguiendo la tradición rusa, se trata de relatos profundamente espirituales, en donde el autor busca dar un sentido a la existencia.
En ‘Pensamientos de Sapsán XXVI’ el narrador es un perro, que cuenta la relación que tiene con los humanos, pero especialmente describe a «Chiquita», la pequeña hija del amo, por la que siente especial predilección. Su instinto protector le lleva a enfrentarse a un perro para defender a niña. El perro habla con humildad, cuenta esta anécdota sin presunciones, para él no se trata de un acto heroico, es más bien un acto de amor.
Kuprín ve a los perros como almas nobles, esto no quiere decir que vea al humano como un ser moralmente inferior. Esto lo explica muy bien en el relato ‘La felicidad de los perros’, los animales discuten acerca de la maldad del ser humano frente a la grandeza de los canes, no logran ponerse de acuerdo y hacia el final uno de ellos les hace caer en cuenta que la felicidad de los perros está sin lugar a duda ligada al ser humano. El autor habla del equilibrio natural de la vida, de los matices, el mundo no puede ser un lugar en blanco y negro.
El relato ‘El caniche blanco’ es el más extenso de esta complicación, esto le permite a Kurpín hacer descripciones más largas y precisas. El relato habla de un niño, el lenguaje con el que se refiere a la criatura es cariñoso y dulce. Un abuelo, un niño y un caniche blanco recorren las aldeas pidiendo caridad. Mientras el anciano toca un viejo y desafinado organillo, el niño y el perro lo acompañan haciendo las acrobacias. Los tres personajes forman una familia, aunque en realidad no tienen ningún parentesco, son inseparables. El niño salva al «caniche blanco» del cautiverio, lo que le deja en claro al lector que la fidelidad es una cualidad que los humanos compartimos con los perros.
Se podría pensar que se trata de un simple libro de cuentos para niños, pero la literatura rusa es mucho más compleja que eso, tras esos argumentos sencillos siempre hay algo más. Los editores de Ladridos lejanos, se han dado cuenta de que nadie puede leer estos cuentos y salir indemne, por esto han propuesto unas ligeras pausas en las que incluyen fotos, en las cuales el lector puede darse un respiro entre cuento y cuento para que reflexione sobre cuál es el verdadero sentido de cada palabra que escribe el autor.