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Reseña libro

Notas para reseñar una novela: 'La débil mental', de Ariana Harwicz

Sebastián Zumárraga

Número revista:

10

En ocasiones, suelo ir por páginas y comentarios de internet, en busca de la peor opinión posible que cualquier persona pueda tener acerca del libro que estoy a punto de empezar. Es un ejercicio contrario, si se quiere, a la búsqueda de validación académica, una especie de enfrentamiento a los juicios y expectativas rotas de lectores furiosos que, casi siempre, se sienten llamados a escribir algo para recuperar el tiempo perdido en la obra. Uno encuentra que estos reseñistas suelen ser los más mordaces de todos y, también, los más graciosos. Por ejemplo, está aquel hombre que le increpaba a Junot Díaz por escribir tanto en español, cuando lo que él esperaba era un tranquilo volumen en entendible inglés. O el sencillo y contundente comentario en Goodreads, sobre La señora Dalloway: “Te odio, Virginia Woolf”. Y la lista podría continuar. Tal parece que, para cada libro, debe haber un lector furioso en internet, alguien que ha confiado su tiempo a una obra y se ha sentido estafado. En cualquier caso, este tipo de búsquedas suelen ser terapéuticas, nos recuerdan que está bien que algo no nos guste.


También dedico mi tiempo a revisar cosas más serias (si es que se puede decir de esa forma): qué nos dicen los críticos y escritores de un libro determinado. La sorpresa, respecto al libro de Harwicz, es que las dos partes coinciden en muchísimas cosas. Y la otra sorpresa: no hay un lector furioso. ¿Dónde está y por qué mi teoría empieza a flaquear? ¿Tengo que ser esta persona? La verdad es que no, pero tampoco puedo quedarme en el consenso, no puedo hacer mi reseña con las mismas frases repetidas de los lectores de Goodreads y de la crítica especializada; no puedo decir simplemente que La débil mental nos desgarra con el lenguaje o que este es una derivación de lo abyecto. Todo parece muy repetido. Así que no me queda más remedio que improvisar otro tipo de reseña y decirle al lector que todo esto que dicen de la novela es muy cierto. Pero, al mismo tiempo, hay algo más: el devenir mental de una mujer y su madre, sus deseos y perversiones sexuales, aquello que las conforma en su naturaleza; la imposibilidad de mantenerlas completamente unidas, cuando los anhelos se cortan por la individualidad; la falta de un argumento claro al comienzo de la novela y la falta de un final consecuente con la intensidad planteada al principio. Siento que esa es una buena forma de resumir las cosas.


¿Es por lo demás necesario que la novela posea un argumento? ¿Es imprescindible la necesidad de narrativa que mantengo de manera especial cuando me acerco a un libro? ¿El argumento no puede ser esta ausencia de claridad? Dice la narradora: “No pienso en el origen del mundo ni en aprender denominaciones” (Harwicz, 2018, p. 42) o también: “¡Pero es que no tenés la menor idea de cómo ir al punto!” (p. 67). Y entonces empiezo a pensar que allí, quizás, está el punto: en la decisión de no mantener el argumento, en el descubrimiento de que no hay por qué ceder ante esa necesidad y que la novela puede tal vez acercarse, en ese sentido, a la intensidad de la poesía: “Nacemos para masticar rencor, en estos momentos quiero ver llegar el fin del mundo, suspira, quizás ahí esté la clave, que venga el cataclismo y todo vuelva a empezar. ¿Y por qué todo volvería a empezar?” (p. 68). Así como encuentro partes como las que acabo de citar, que me dicen algo que acaso es importante, también debo ser consecuente con mi labor de reseñista y decir que hay páginas que, por otra parte, no tienen mucho sentido (véase, por ejemplo, la página 40 de la edición citada y díganme si es que hay allí algo de lo que me he perdido demasiado y no he podido ver) y que no cito por falta de espacio.


Finalmente, descubro que hay libros que no necesitan de un lector furioso, por el simple hecho de que han sido escritos con furia. Puede que esa sea la cualidad más grande de este libro, la intensidad que conserva.



Referencias:

Harwicz, A. (2018). La débil mental. Editorial Turbina.




Sebastián Zumárraga (Quito, 1995). Editor y corrector de textos. Librero en Ulysses & Co.


Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977). Vive en el campo en Francia desde 2007. Su primera novela, Matate, amor (2012), fue publicada en inglés en 2017 bajo el título Die, My Love: integró la shortlist del Premio República de la Conciencia 2018, fue nominada para el Primer Premio del Libro en el EIBF 2017 e incluida en la lista larga para el Man Booker International 2018, ganó el premio al mejor libro extranjero traducido en su versión alemana en 2019 y fue finalista de la BTBA 2020.

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