
La poesía que alberga este volumen fue escrita después de un viaje en 1986 a las comunidades judías de Grecia con un grupo de supervivientes griegos de la Shoá, lo que convierte a cada poema en un retorno a las vidas aniquiladas durante la Segunda Guerra Mundial. Hace pocos meses había fallecido la madre de Matitiahu y la voz poética recorre, con su tacto ladino, las solombras (“sombras”) pálidas de las memorias y de aquella casa de la infancia que en el presente se torna más pequeña. El kurtijo es el patio donde todavía se oyen las voces del pasado, aquel idioma judeo-español de giros inesperados, si escuchamos por debajo del ruido de la ciudad, si evitamos, cautelosos, los ojos extraños tras las ventanas que cazan la luz.
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