Galería

Mi altillo, 16: 30
Construir algo sin final.
Dejar que los materiales
pauten las preguntas.
Perder el miedo a experimentar,
a hacer públicos mi desórdenes creativos

Para esta nueva galería de Elipsis aplicamos nuestro formato de cita a ciegas. Invitamos por separado a la fotógrafa Ailin Blasco (ailinblasco.com) y a la poeta Cristina Mancero para que sus obras dialoguen. Más precisamente, compartimos con Cristina la serie fotográfica de bodegones o Still Life, de Ailin, que en realidad son más naturalezas muertas, retratadas desde el deseo de sostenibilidad, y la reflexión sobre el desperdicio y el consumismo.

Jacqueline nos habla desde su encierro particular, el cual es, sobre todo, un encierro en donde el temblor y la enfermedad permean, quitándole el romanticismo a ciertas nociones de ser escritor con una dureza de quien ha tenido que esconderse para escribir con libertad, reflexiona sobre esa palabra, siendo ciudadana de un país en donde todos los días la palabra “libertad” cambia de significado y se va volviendo cada vez más nimia.

Para este nuevo número de la Galería de Elipsis hemos invitado al poeta Juan Secaira, autor de varios libros de poesía, entre ellos No es dicha (2012), que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade.

Ana María es una fotógrafa apasionada por ser parte de aquello que mira, por involucrarse con sus sujetos y las realidades que habitan. Su vocación por comprender al otro en su espacio la ha llevado a trabajar siempre desde la primera línea.

Poeta y fotógrafo no se conocen, y sus obras abarcan universos distintos, pero desde Elipsis los hemos reunido en un diálogo que se sostiene en la emoción.

El pez dorado es un colectivo de danza conformado por Jorge Alcolea, Juliana Zúñiga y Cristina Baquerizo que inició sus actividades en 2014. Desde el inicio las propuestas del “Pez” tenían ese algo que muchas veces es casi indescifrable en la danza.

“Durante todo ese tiempo (12 años), desde una ventana de mi apartamento donde había instalado mi oficina, solía mirar con envidia a la gente pasar por la calle, como si esa experiencia sencilla estuviese negada para mí”.

A ver cómo decirte esto. Ahora que el mar te ha tragado. Te encontré una noche calurosa. No tenía adónde regresar y adicta como soy a caminar y a mirar tras las ventanas de casas ajenas imaginando el mundo que las habita o por el puro placer de los lugares y las cosas que tienen vida ajena.

El fuego que abre la tierra

es la llama sin rostro